Peruanos tendríamos un nuevo santo y es…
Peruanos tendríamos un nuevo santo y es…

Una buena noticia llega desde la Santa Sede del Vaticano para los millones de creyentes católicos. El  reconoció las virtudes heroicas del Siervo de Dios Octavio Ortiz Arrieta, obispo salesiano peruano que inicia así su camino hacia la beatificación y posterior canonización. El Sumo Pontífice aprobó ayer el decreto que reconoce esas virtudes en monseñor Ortiz Arrieta durante una audiencia que mantuvo con el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Angelo Amato.

Tras este importante reconocimiento que destaca la labor pastoral de este religioso limeño, el santoral peruano tendría en un tiempo prudencial un nuevo santo.

ENTRE DOS SIGLOS. Según información de la Congregación Salesiana del Perú, monseñor Octavio Ortiz Arrieta nació en Lima el 19 de abril de 1878, un año antes del inicio de la guerra con Chile.

Aunque se desconoce el nombre de sus padres, es probable que el pequeño Octavio y su familia haya vivido grandes vicisitudes por la guerra y sufrido múltiples carencias como consecuencia de las tropelías de los invasores en la capital. En diciembre de 1893, ingresó en la Escuela Salesiana como aprendiz de carpintero. Hizo el noviciado en el Callao y en 1902 hizo los votos perpetuos de manos del padre Pablo Albera.

RUMBO A CHACHAPOYAS. Fue ordenado sacerdote el 27 de enero 1907. El padre Ortiz fue el primer sacerdote salesiano de Perú. Como rector de la casa de Piura (1911-15) fundó el semanario “La Campanilla”. Más tarde también fue rector en Cusco (1915-20) y después estuvo en el Callao. El 21 de noviembre de 1921 fue nombrado obispo en la distante diócesis de Chachapoyas, capital del actual departamento de Amazonas y ubicado en la llamada selva alta del Perú, que había estado vacante durante cinco años. En junio de 1922 lo ordenaron como obispo en el Santuario de María Auxiliadora de Lima.

Después de un mes de largo recorrido, monseñor Ortiz llegó a la sede episcopal de Chachapoyas. En la década del 20 del siglo pasado el recorrido se realizaba a lomo de caballo y sorteando las múltiples variaciones de la compleja geografía andina y amazónica.

Una vez en Chachapoyas, las dificultades de comunicación, sin embargo, no impidieron que organizara misiones y ejercicios espirituales para laicos y sacerdotes.

PASTOR. Quienes lo conocieron cuentan que fue acogedor, amable, alegre, cercano a la gente. Fue un organizador nato, pues realizó ocho visitas pastorales, celebró tres sínodos diocesanos y un Congreso Eucarístico. También reorganizó los archivos de la parroquia y creó asociaciones y cofradías. Impulsó obras de desarrollo como la primera carretera a Chachapoyas por Cajamarca o la electrificación de la ciudad, entre otras.

Cuando el Arzobispado de Lima estaba vacante, el Nuncio Apostólico, en nombre del Papa, le ofreció el cargo a Ortiz Arrieta, quien le dio las gracias y declinó la propuesta, pues quería quedarse con la gente de Chachapoyas hasta su muerte. Murió después de una operación, el 1º de marzo de 1958 y fue sepultado en su catedral. 

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