Rastreo para el chisme y chantaje
Rastreo para el chisme y chantaje

Los malos líderes han rebajado el nivel de la política en el Perú. No están a la altura de los grandes estadistas y por eso tergiversan el uso de los servicios de inteligencia para que los tengan al día con los chismes de lo que pasa en la alta sociedad, de lo que hacen sus funcionarios de confianza, políticos, empresarios y periodistas. Ni los ministros se salvan, seguidos al mismo estilo de Vladimiro Montesinos quien hizo famosos los vladivideos y vladiaudios. Todo hacía chuponear para ver y escuchar a través del SIN. Al ser descubierto, todos los políticos se rasgaron las vestiduras. Pusieron el grito en el cielo y condenaron el “daño” que se le hacía a la democracia al violar el derecho a la privacidad de las personas. Aunque también Montesinos permitió conocer cómo se compraba a los políticos y empresarios para que se pusieran al servicio del gobierno mafioso que él integraba.

Se pensó que al caer y apresar, como lo está hasta ahora, a la dupla siniestra Vladimiro- Fujimori todo iba a cambiar y ya nadie iba a chuponear. Todo lo contrario. Ya no solo hay chuponeo sino que ahora se suma el rastreo o seguimiento para lo cual se incrementó el presupuesto en lo que antes fue el SIN y para barajarla le cambiaron el nombre por el de Dirección Nacional de Inteligencia(DINI). En lo que antes se gastaba alrededor de 40 millones de soles, ahora se gastan más de 60 millones y el servicio de inteligencia está cada vez peor porque no pueden ni siquiera combatir a las bandas de “marcas” y “raqueteros” que desde los penales dirigen las extorsiones y el sicariato. Entonces ¿en qué gasta la DINI tanto dinero?. En espiar y rastrear a ciudadanos posiblemente para encontrarles algún chisme o falta que luego permita chantajearlos o desacreditarlos.

Con razón se ventiló públicamente el presunto triángulo amoroso entre el congresista Víctor Isla, la presidenta del Congreso Ana María Solórzano y la ex asesora congresal Patricia Robinson, la misma que denunció haber sido chuponeada para luego difundir sus conversaciones privadas con el llamado galán del parlamento, con quien había viajado al extranjero en paseos de placer y trabajo. Lo cierto es que esos audios no tenían nada que ver con política de estado, pero sí desataron todo un escándalo por el chisme y el morbo de quienes estaban interesados en conocer de lo que pasa entre las sábanas de los parlamentarios. Lo mismo sucedió con la esposa del ministro y congresista Fredy Otárola y una presunta amante. ¿Quién maneja los hilos de ese servicio de inteligencia chismoso, armador de cortinas de humo, siniestro, manipulador y chantajista?.

La denuncia de la revista Correo Semanal ha traído por los suelos la tan mentada reorganización de la DINI al revelarse que durante todo este gobierno y parte del régimen aprista se espiaron y rastrearon las propiedades y movimientos de políticos, empresarios, periodistas y altos funcionarios gubernamentales con fines nada claros. Todo hace suponer que buscaban datos para el chisme, la extorsión o el chantaje, algo que solo hacen las bandas de delincuentes. De hecho, a todas luces estamos frente a un estado débil, inseguro y que necesita de estas prácticas montesinistas para aferrarse al poder. Pero el chupo tenía que reventar y ahora Ollanta y Nadine están más embarrados con la confesión del prófugo Martín Belaunde: estamos frente a un gobierno corrupto. Habrá que esperar qué dice Humala para levantarse de este golpe y salvar al gabinete de Ana Jara que vive un Vía Crucis con la amenaza de censura en el Congreso.

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