Se pierde el respeto y la credibilidad
Se pierde el respeto y la credibilidad

El gran problema en el Perú es que los políticos no predican con el ejemplo. Todos, en los últimos gobiernos, tienen sus “anticuchos”, tanto en el gobierno central como en las regiones. Entonces, qué buen ejemplo le están dando al pueblo. Con mañas, coimas y trafas no se hace docencia política. Y, cuidado que todo lo malo se aprende más rápido porque se cree que es normal. Ven que juegan sucio los gobernantes, los jueces, los maestros, el empleado público o el policía y los ciudadanos también hacen lo mismo. Por eso, autoridades, funcionarios y todos los buenos profesionales tienen que ser transparentes en sus actos. No como aquellos que sólo defienden sus intereses personales o de los “jefes” corruptos que los llevaron al poder. Si un líder o dirigente está en falta, pues que la justicia lo castigue con todo el peso de la ley . El pueblo no elige a sus representantes para que se llenen de plata o vivan como reyes sino para que lo sirvan, especialmente a los más pobres
Por intereses políticos o partidarios no se puede poner en riesgo al país, menos por intereses personales como el del congresista Alejandro Yovera, que fue expulsado del fujimorismo y ahora es protegido por el nacionalismo de Ollanta. El es el causante de toda la crisis que vive el congreso, sumado al mal manejo de la presidenta Ana María Solórzano, puesta allí por Nadine Heredia. Para conducir el congreso se necesita un líder, con autoridad moral y que imponga respeto. Nada de eso tiene la señora Solórzano que en los últimos días se “escondió” para no darle la cara a la oposición. Como vemos, la situación no está para correrse sino para enfrentar los retos dialogando y concertando voluntades para sacar al Perú de la crisis política.
No se puede gobernar con caprichos ni protegiendo a delincuentes. Es inexplicable que el oficialismo se niegue a desaforar al condenando congresista Alejandro Yovera porque es un voto más para su bancada, mientras los fujimoristas presionan porque ese representante fue de sus filas y al botarlo, el accesitario tiene que ser un fujimorista. Nadine no quiere darle gusto a Keiko. Capricho que le está resultando caro al país. Mientras los políticos se pelean, los delincuentes siguen matando policías, los sicarios asesinan por ajustes de cuentas y las bandas de malhechores hacen lo que quieren en las calles y carreteras. ¿Tan difícil es sentarse a negociar y ponerse de acuerdo?. La oposición tiene razón al exigir el desafuero inmediato de ese congresista sentenciado por la Corte Suprema por mentir en su hoja de vida. No es nada ejemplar que el Congreso, por darle gusto a Ollanta y Nadine, se mantenga allí a un condenado por la justicia.
Si quieren moralizar hay que dar ejemplo de moralización. Combatir a fondo a los corruptos. Así se gana el respeto y la credibilidad. Lo que sucede ahora es que nadie respeta y cree en este gobierno. No hay liderazgo y ya se perdió la autoridad. Se bloquean carreteras invaden terrenos como si nada. Los delincuentes se adueñan de las propiedades con documentos falsos, las mafias cobran “cupos” por las obras que se construyen y grupos radicales se oponen a la inversión privada. Un caos y desgobierno. Si algo hay que hacer de aquí al 28 de julio del próximo año en que termina este régimen, es que las fuerzas opositoras se pongan de acuerdo para apoyar la gobernabilidad y quien gane las elecciones asuma el poder en un ambiente de confianza y respaldo popular. Hay que evitar que el país se siga hundiendo, para lo cual los nuevos gobernantes tienen que ganarse el respeto y la credibilidad de los electores. El pueblo ya está cansado de tanta injusticia, inseguridad y corrupción.

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