Drones, arma contra los coches bomba de yihadistas al sur de Mosul
Drones, arma contra los coches bomba de yihadistas al sur de Mosul

"Es un coche bomba": con su talkie-walkie en mano, el oficial alerta a sus tropas, basándose en las imágenes filmadas en directo por un dron. Segundos más tarde, una nube de humo se eleva del lugar donde un helicóptero acaba de lanzar dos misiles.
Pero el teniente coronel Mohamed Salih debe concentrarse ya en una nueva amenaza: "Hay cuatro miembros de Dáesh en su flanco derecho. No se trata de tropas amigas, repito, no se trata de tropas amigas".
Los hombres de la 15ª división iraquí avanzan en la localidad de Salahiyah, a las puertas de Hamam al Alil, a 15 km al sur de Mosul.
En este frente sur, el dron, con su apariencia de juguete, es una importante baza militar. Sobrevuela las líneas enemigas antes de volver y posarse en la antigua escuela del pueblo. La escuela, encaramada en una colina desde la que se avista una polvorienta llanura, ha sido transformada en puesto de mando de vanguardia.
"El dron nos permite reconocer la zona y detectar movimientos del enemigo, para dirigir así mejor a nuestros soldados hacia sus objetivos y destruirlos", explica el teniente coronel.
El artefacto, con una envergadura inferior a los 40 cm, y disponible en el mercado por 600 dólares, está dotado de una cámara y de cuatro pequeñas hélices. Se manipula gracias a un 'joystick' (palanca de mando) enganchado a una tableta que transmite en tiempo real las imágenes, filmadas a 150 metros de altura.
Las posiciones del ejército iraquí son habitualmente atacadas por disparos de mortero o de los francotiradores. Al contacto con las tropas, el grupo Estado Islámico (EI) utiliza sobre todo coches bomba conducidos por kamikazes.
"Algunos combaten y mueren, otros huyen, no son hombres" comenta Ali, de 25 años, soldado de la unidad comando de la división, mientras llena con seis cargadores su fusil de asalto M16. "Espero usarlos todos, y todavía tengo reserva de municiones" asegura.
Su rostro se ensombrece cuando muestra en su teléfono móvil la foto de un joven sonriente. "Era mi amigo. Anteayer, con un misil teleguiado lo hicieron saltar por los aires en su Humwee. Se quemó en el interior"

- 'Hay que ir a ver' -
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Para desplazarse, la fuerza de asalto iraquí utiliza Humwees, esos vehículos todoterreno, y los Mraps, para transporte de tropas y que son construidos específicamente para resistir a los artefactos explosivos.
A medida que avanzan los soldados, las detonaciones son cada vez más cercanas, y luego se suceden las entrecortadas ráfagas.
Al mismo tiempo, el cielo es surcado por helicópteros que lanzan sus misiles sobre los objetivos designados, en un mortífero ballet que se repite decenas de veces.
El primer herido llega a la enfermería instalada en el colegio: un soldado tiene los dos muslos atravesados por la misma bala. El cañón de su arma está impregnado por su propia sangre. El soldado, tras ser someramente desinfectado y vendado, es evacuado hacia la retaguardia en una ambulancia.
Pese al dron, el teniente coronel recibe informaciones contradictorias: los hombres armados detectados a 600 metros cerca de la mezquita del pueblo ¿son combatientes del EI o una avanzadilla de sus propios soldados?
"Hay que ir a ver', decide. Lo hace, con una buena escolta, portando su boina roja, a pie, sin armas ni chaleco antibalas.
En el pueblo abandonado, una vaca, seguida por su ternero y un perro, vaga por las calles. Las detonaciones se espacían y luego cesan al caer la noche. La zona está bajo control.
"La próxima etapa es Hammam Amil y Mosul", anuncia Mohammed Salih. Sus hombres le prometen seguirlo hasta el mismo "corazón de Dáesh".

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