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Fue así como autoridades de la Oficina de Investigación de Narcóticos se acercó a la casa de la señora, quien aseguró que pensaba que eran plantas de tomate.
Pese a esto, la dueña de la casa se rehusó a permitir el ingreso de los policías, al punto que tuvo que ir el primer ministro para convencer a la señora que abra la puerta.
La mujer vive con su exmarido, un hombre jubilado de 62 años, que por ser ciego no sería juzgado durante el proceso.