Un que recibió disparos de perdigones en el rostro durante una manifestación en , quedó pese a que había una esperanza de que pudiera conservar algo de visión en uno de los ojos.

Se trata del joven Gustavo Gatica y es el primer manifestante que pierde completamente la vista por disparos de perdigones y se ha convertido en el caso más paradigmático de los actos de brutal represión que se han observado en algunas acciones de las fuerzas de seguridad para dispersar las manifestaciones que se suceden en Chile.

Según el último informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), un ente público e independiente, un total de 232 personas tiene graves heridas oculares producto de balines disparados por los agentes desde el inicio de la crisis, unas cifras inéditas en el país y que los médicos han calificado de “epidemia”.

Gatica, de 21 años y estudiante de Psicología, fue disparado por un carabinero el pasado 8 de noviembre cuando se encontraba protestando en Plaza Italia, la rotonda convertida en el epicentro del estallido social más grave que vive Chile desde el retorno de la democracia en 1990.

Luego de que las imágenes de jóvenes con mutilaciones oculares dieran la vuelta al mundo y de que organismos internacionales denunciaran graves violaciones a los derechos humanos, la Policía anunció el pasado 19 de noviembre la suspensión temporal de estas municiones como herramientas antidisturbios y reconoció tener dudas sobre su composición, pese a que al principio de la crisis había sostenido que estaban compuestos solo de goma.

La Fiscalía, que ha abierto 2.670 investigaciones penales contra las fuerzas de seguridad por presuntas violaciones a los derechos humanos, entre las que se encuentran lesiones por armas de fuego, torturas o violencia sexual, investiga si agentes usaron estas municiones tras la suspensión.