Qué tal.
Esa maldita costumbre de los alcaldes salientes de abandonar sus jurisdicciones se hace notoria por estos días en la mayoría de los distritos de la capital.
Por donde uno vaya se encuentra con calles rotas, veredas pulverizadas, rumas de maleza y polvo a granel que no hacen más que obstaculizar el ya estresante e infartante tránsito vehicular de Lima.
Y no solo eso, los burgomaestres que se van ya ni siquiera recogen la basura y, entonces, además de huecos que samaquean a los vehículos, tenemos en las calles olores nauseabundos que ponen en peligro la salud de la población.
En la misma Vía Expresa, por donde todos los días discurren miles de carros, incluido El Metropolitano, avanzan unos puentes a paso de tortuga, sacando canas verdes a los conductores.
Algunos alcaldes lo hacen para justificar gastos a último momento o dar la impresión de que están haciendo obras, pero la gente no es tonta, ya conoce estas viejas artimañas.
Por eso mismo, desde aquí insistimos: este domingo 7 de octubre, cuando vaya al ánfora, piense bien a quién le da su voto. No lo desperdicie. Basta de elegir a aventureros de la política que solo buscan llenarse los bolsillos. Amén.
Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.