Michael Wright, un estadounidense de 18 años sufrió un terrible accidente cuando realizaba un noble gesto para reunir dinero para las olimpiadas especiales.
Sin embargo, no midió las consecuencias y se rompió dos vértebras en el cuello. Había caído a una laguna congelado de una altura considerable.
Los doctores solo le dieron 1% de probabilidad para que pueda caminar con normalidad; sin embargo, el nuerocirujano Edwin Chang de Northwell Helth situado en Nueva York se comprometió a curarlo.
Con una operación complicada removieron la zona más dañada y esperaron, con terapia incluida que el hueso de Michael Wright se regenere.
Luego de un año, el doctor Edwin Chang había sido exitoso en su tratamiento que lo consideró un milagro. Además, recuerda que al comienzo no le podía verle a los ojos e informar que se iba a quedar paralítico por el resto de su vida.
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