Helicópteros ucranianos realizan misiones ‘suicidas’ en Bajmut para evadir radares rusos

El valor de los combatientes ucranianos, que se juegan la vida al enfrentar a las tropas invasoras rusas de Vladimir Putin, queda patente también en la operación de ataques con helicópteros, algunos bastante antiguos, durante incursiones al ras del suelo para evitar a los radares y así golpear con contundencia a las fuerzas de Rusia.

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Las misiones de los helicópteros ucranianos MI-8 y MI-24 en Bajmut se dan con vuelo raso y con una lluvia de cohetes mientras enfrenta a las baterías antiaéreas de los rusos.

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Los helicópteros MI-8 son conocidos por los peruanos, ya que operan en nuestro país desde la década de 1970 al ser adquiridos por el entonces gobierno militar a Rusia. Años después, se les siguió comprando y se los modernizó para mantenerlos en servicio.

Viejos aparatos MI-8 y MI-24

Desde la invasión rusa hace poco más de un año, los pilotos de helicópteros ucranios efectúan cada día misiones peligrosas con los viejos helicópteros MI-8 y MI-24.

Tal es el caso de tres helicópteros de ataque MI-8 despegan de una base secreta en Ucrania y vuelan raso hacia su objetivo cerca de Bajmut (este), donde desde hace meses se concentran los combates contra las fuerzas rusas.

Cuando se acercan al objetivo, uno por uno, los helicópteros remontan repentinamente, lanzan una lluvia de cohetes, dan un giro rápido y vuelven a su base, siempre a muy baja altitud. refiere una crónica de la agencia de noticias AFP.

Relato estremecedor

El blanco se encontraba “en una línea de fortificación del enemigo, constituido de tropas en el suelo, vehículos blindados y un depósito de municiones”, explica a la agencia France Presse Petro, uno de los pilotos de helicópteros, tras su misión de unos 30 minutos de duración.

El objetivo se encontraba cerca de Severodonestsk, una localidad tomada por el ejército de Moscú en la pasada primavera, situada al nordeste de la ciudad de Bajmut, donde las tropas de Kiev resisten pero están prácticamente rodeadas.

Misiones de combate

Petro, de 23 años, ya cuenta con medio centenar de misiones de combate a sus espaldas. “Antes del vuelo escogemos el itinerario y usamos aplicaciones especiales para pasar por los puntos más bajos posibles. Por ejemplo, si vemos alturas de 180 metros, es demasiado alto, entonces buscamos lugares más bajos, y encontramos 130 metros, 100 metros...”, explica el piloto de helicópteros. “El objetivo es volar más bajo que el nivel del paisaje principal para no ser visibles en los radares rusos, para que no sepan que llegamos hasta el último momento”, prosigue, con chaqueta de piloto y un pasamontañas que solo le deja los ojos al descubierto.

Suben y disparan

En unas impresionantes imágenes grabadas por una cámara de France Presse colocada en la cabina de pilotaje durante toda la misión de helicópteros, los paisajes se suceden a una velocidad de unos 200 kilómetros por hora y a unos pocos metros bajo la carlinga. El aparato solo sube repentinamente un breve instante cuando se activa el disparo contra el objetivo, programado a una distancia de 6100 metros.

“Cuando estamos a 6200 metros del objetivo, subimos 20 grados (...) Luego lanzamos los cohetes, 15 por cada lado”, detalla. Las municiones están en cavidades fijas en los límites derecho e izquierdo del helicóptero. En las imágenes grabadas desde el aparato, se ven las humaredas negras que dejan tras de sí los cohetes luego de ser disparados. Inmediatamente después, el helicóptero efectúa casi media vuelta en picado hacia la izquierda y retoma su vuelo raso de regreso. El camino de vuelta es diferente del de ida, “para no caer en una trampa” y ser alcanzado por la defensa antiaérea rusa, dice Petro. En la línea del frente, unidades de infantería lanzan un dron para comprobar si se ha alcanzado el blanco. Si no es el caso, se realizan “correcciones para un nuevo disparo”, cuenta el piloto.

Daños y destrucción

Su misión más dura fue el 6 de marzo de 2022 en la región de Mikolaiv, en el sur de Ucrania.

“Éramos cuatro helicópteros y el objetivo era un largo convoy de vehículos militares”, que se dirigía a la central nuclear de Zaporiyia, actualmente en manos rusas. “Vimos el objetivo a una distancia de unos dos kilómetros. Tuvimos la información de que no se movía, pero, de hecho, se movía, y lo vimos de repente”, y dispararon, recuerda Petro. “Dos helicópteros fueron destruidos, el tercero dañado y yo tuve la suerte de estar en el cuarto. No fui alcanzado (...) Solo dos de nosotros regresamos a la base”, dice, todavía conmocionado por estos hechos.

Héroes en tierra

Desde el inicio del conflicto han muerto una treintena de pilotos ucranios, según una fuente militar. Para Petro, lo más difícil es la preparación, “porque no conoces el paisaje antes del vuelo, no estás seguro de nada”.

Pero “una vez que el motor está encendido, el miedo desaparece, porque nos hemos formado para esto, confiamos en nosotros”, añade. En las redes sociales, los videos de los helicópteros ucranios en misión son muy compartidos y los pilotos son vistos como héroes.

Petro, sin embargo, piensa sobre todo en los soldados que “sufren mucho más que nosotros, aunque nos saludan y nos animan desde tierra”. “Están en posición de forma permanente. Aunque nosotros corremos riesgos elevados, necesitamos muy poco tiempo para cumplir la misión. Cuando veo a los chicos en tierra animándonos, sé exactamente por qué estoy aquí”, refiere a AFP.

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