​Recordemos a los poemas de Enrique Verástegui, quien hoy fue sepultado
​Recordemos a los poemas de Enrique Verástegui, quien hoy fue sepultado

El reconocido y ahora mito Peláez, considerado uno de los mejores exponentes de las letras en el Perú, ya descansa en paz.

Su velatorio fue en el Hall de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), sede San Borja (Av. De la Poesía 160), desde donde el cortejo fúnebre partió este domingo 29 de julio al Parque del Recuerdo, en Lurín. Ya está sepultado. Su cuerpo descansa.

A continuación recordamos cinco de sus grandes poemas. El extraordinario Enrique Verástegui -uno de los fundadores del movimiento Hora Zero- vivirá por siempre en ellos.

POESÍA PARA SEÑORITAS

a Vanessa, mi hija científica

Cuando leas poesía

aprende a distinguir lo Verdadero de lo Falso.

No todo lo que está bien escrito es Verdadero

y todo lo mal escrito es necesariamente Falso.

El Criterio de Verdad es lógica impecable.

Falsedad es absurdo más allá de cualquier palabra.

Así, si distingues Verdad de Falsedad

serás una Princesa consorte, comerás uvas frescas

y acertarás cuando leas poesía.

Teoría de los Cambios,2009

MAITREYA

Me he sentado a esperar la vejez.

No pienso ni hago nada hasta que llegue otra

generación

a desempolvar el brío, los libros dorados, las

matemáticas,

el cuerpo, el alma, el universo,

todo ese conocimiento sepultado por el rencor,

la gnosis que demuestra que lo infinito

está en lo finito

donde está, realmente, el universo.

Florecí más que nadie

pero perfidia cayó sobre mí,

doblándome como una flor,

herrumbrándome, y fui silenciado.

Maitreya pasó desapercibido como una sombra por la

vida,

¿no dan ganas de llorar?

Teoría de los Cambios,2009

SI TE QUEDAS EN MI PAÍS

En mi país la poesía ladra

suda orina tiene sucias las axilas.

La poesía frecuenta los burdeles

escribe cantos silba danza mientras se mira

ociosamente en la toilette

y ha conocido el sabor dulzón del amor

en los parquecitos de crepé

bajo la luna

de los mostradores.

Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino

sobre la pared azulada.

Y la poesía rueda contigo de la mano

por estos mismos lugares que no son los lugares

para filmar una canción destrozada.

Y por la poesía en mi país

si no hablaste como esto

te obligan a salir

en mi país

no hay donde ir

pero tienes que ir saliendo

como el acné en el cascarón rosado.

Y esto te urge más que una palabra perfecta.

En mi país la poesía te habla

como un labio inquietante al oído

te aleja de tu cuna culeca

filma tu paisaje de Herodes

y la brisa remece tus sueños

–la brisa helada de un ventilador.

Porque una lengua hablará por tu lengua.

Y otra mano guiará a tu mano

si te quedas en mi país.

“En los extramuros del mundo”, 1971

DATZIBAO

De pronto perdí todo contacto contigo.

Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu casa que no conocí.

Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde estas pobres alas no dieron más

y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados de ir caminando con la mente y las manos repletas de yerba.

Yo fui el primer sorprendido.

La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno detrás del otro entre las matas y bancas del parque

y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que conocí tu ciudad

y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en tus ojos y amé todas tus cosas

y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas antes de 1950

tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del tiempo y portándote como en la más furiosa embestida

en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras más cerca de la pasión de la vida

hoy miércoles y no otro día.

Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada empezar a ser uno mismo

un solo obstinado bloque de rabia.

tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor antes de echarte a gritar por estos sitios malditos

aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida en una flor obsesiva

que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es una espera maldita.

Como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en medio de un viento furioso que pugna por arrancar de raíz lo más nuestro de nosotros

y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra todo.

Cada uno recuerda su primera caída.

Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.

Y yo me levanto para luchar contra mí – y me tengo miedo.

Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas

y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que eludimos porque tú y yo somos carne

y nada más que un fuego incendiando este verano.

La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reventando millares de hojas tiernas y húmedas,

y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología

devorador de sueños.

Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.

tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser

y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras

yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo

y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el rostro

y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

“En los extramuros del mundo”, 1971

SALMO

Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres

carcomidos por la neurosis,

hombres y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados

confundidos y riéndose de todo.

Yo vi sufrir a estas pobres gentes con el ruido de los claxons

sapos girasoles sarna asma avisos de neón

noticias de muerte por millares una visión en la Colmena

y cuántos, al momento, imaginaron el suicidio como una ventana

a los senos de la vida

y sin embargo continúan aferrándose entre

marejadas de Válium

y floreciendo en los maceteros de la desesperación.

Esto lo escribo para ti animal de mirada estrechísima.

Son años-tiempo de la generación psicótica,

hemos conocido todas las visiones de Kafka y Gregory Samsa

pasea con Omar recitando silbando fumando mariguana

junto al estanque en el parque de la Exposición – carne

alienada por la máquina y el poder de unos soles

que no alcanzan para leer Alcools de Apollinaire(1).

Recién ahora comprendo mañana reventaré como esos gatos

aplastados contra la yerba

y las cosas que ahora digo porque las digo ahora

en tiempos de Nixon – malísimos para la poesía

– corrupción de los que fueron elegidos como padres – gerentes

controlando el precio de los libros

de la carne y toda una escala de valores que utilizo

para limpiarme el culo.

Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías

y la tristeza visitándolos en los manicomios.

Y vi también a muchos gritando por más fuego desde los auto-

buses(2)

y entre tanto afuera

el mundo aún continúa siendo lavado por las lluvias,

por palabras como estás que son una fruta para la sed.

“En los extramuros del mundo”, 1971

OJO CON ESTO:

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