La recuperación de las mujeres que fueron desfiguradas por sus exparejas (VIDEO)

Cuando Beatriz Montero Abad volvió a ver su reflejo en un espejo, se sintió como un monstruo. Creía que las huellas de la violencia habían quedado grabadas para siempre en su rostro. Sus cicatrices le recordaban cada una de las 30 puñaladas que le propinó Wilson Alexander Cañoña Herrera, con quien mantuvo una relación de 10 años.

El ataque ocurrió el 23 de febrero del 2018. Un primer cuchillazo a la altura del pulmón la dejó sin aliento. Intentó gritar, pero no pudo. Su agresor continuó hiriéndola hasta en el piso. La mayor de sus hijas detuvo a su padre. Beatriz sobrevivió al intento de feminicidio.

Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), del 2009 al 2018, 1612 mujeres se salvaron de morir a manos de sus parejas o exparejas, y en el primer trimestre de este año ya van 107. Todas, refiere Liz Meléndez López, directora de la ONG Flora Tristán, quedan con marcas físicas provocadas con cuchillos, ácido muriático, fuego, golpes y bisturíes.

BRUTAL.

Beatriz fue atacada a cuchillazos por Wilson Cañoña más de un año después de haberse separado. Había convivido con la violencia desde el inicio de la relación. “El primer año me golpeaba. Lo denuncié, pero recibió una citación cinco años después. Él se presentó porque volvimos a estar bien y nos casamos y le archivaron el caso”, dice.

Cuando ella puso fin a su matrimonio, la controlaba y amenazaba en cada visita a sus hijas. “Me preguntaba si yo tenía a otra persona. Una vez me dijo: ‘Te juro por Dios que si un día llegas a tener otra pareja, o te llego a ver con otro hombre, yo te degüello’. Eso temía”, acotó.

Beatriz recibió 30 puñaladas, la mayoría hirió su cara y provocó marcas en sus mejillas, mentón y contorno de ojos. Por eso, tras ser dada de alta, evitaba que la vean y dejó de maquillarse. ¿Para qué hacerlo si aún así se ven las cicatrices?, se decía a sí misma. Tras más de un año de la agresión, ha vuelto a mirarse al espejo y a embellecerse más.

¿La razón? Los rastros de la violencia en su rostro son hoy imperceptibles, gracias a una operación y dos sesiones de láser del cirujano plástico Mario Cabani Ravello, quien fundó la ONG Cabani Salud para reconstruir gratis los rostros de víctimas de intento de feminicido.

“Qué mujer viéndose al espejo esas cicatrices no va a recordar que casi murió. Infelizmente, en el país consideran que una cicatriz de esa naturaleza no es un problema de Estado”, dice el médico, que intervino a más de 50 mujeres maltratadas en los últimos tres años.

Katherine Carbajal Navarro es otra de sus pacientes. El 15 de octubre del 2018, su expareja Ilidio Rodríguez Martínez, un enfermero que atendió a Eyvi Ágreda, la atacó con un bisturí en un bus.

MACHISMO. “Mientras me agredía, me decía: ‘Esto es por tu culpa, por no querer regresar conmigo’ o ‘Siempre te vas a acordar de mí’”, recuerda la agredida.

Su cara quedó con cortes que la llevaron a ocultarse y deprimirse, pero hoy, con el tratamiento en la ONG, sus heridas van desapareciendo.

Cabani refiere que los agresores machistas buscan que nadie más se fije en ellas.

“Este es un mecanismo para superar la violencia, porque una cicatriz te recuerda el daño. Esto (operarlas) ayuda a superarlo”, recalcó Meléndez.

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