Sabemos que 805 millones de personas en el mundo no tienen alimentos para comer. También conocemos la cifra de que una de cada nueve personas no come. Y que la comida que se produce (o la que se bota) en ciertos países alcanzaría para alimentar a todos en el planeta. Y, a pesar de esto, seguimos comiendo.

“El hoyo”, la ópera prima de Galder Gaztelu-Urrita, se mueve por esta idea de quién come y quién no o quién termina comiendo las sobras de los de arriba. Sin embargo, cuando se habla de la comida no solo se habla de lo que uno mastica y traga y digiere. Sino que también se adentra en el sistema en que vivimos, con sus desigualdades, su hipocresía, su locura y la forma en que los soñadores y los acostumbrados chocan para transformarse.

En “El hoyo", un edificio separado por pisos donde (sobre) viven dos prisioneros, Gooren (Iván Massagué), con un ejemplar de “El ingenioso don Quijote de la Mancha”, conocerá el verdadero significado de comer. Como lector, busca una forma civilizada de superar el hambre, el egoísmo y el mecanismo extraño de esa cárcel que se parece tanto a este mundo: las personas de los niveles más altos reciben la plataforma llena de comida, y van contra ella para comer más allá de la saciedad. Y, cuando esa mesa sigue bajando, los de abajo solo reciben restos babeados, desechados o bandejas vacías.

Comer de más o comer lo suficiente. Esa es la lucha de los personajes de esta cinta española en la que todos los elementos son una metáfora de la sociedad, la religión y la oscuridad o las luces (aunque haya pocas) de los seres humanos. ¿Culpamos al sistema o a quienes no hacen nada por cambiarlo? ¿Las circunstancias hacen a los hombres o estos siempre han sido así?

“El hoyo” es un filme que abre un buen número de preguntas sobre la forma en que vivimos en la actualidad. Y, a pesar de que ha sido estrenada el año pasado, ahora llega con vigencia cuando ves que hay países donde la gente, a la primera situación de emergencia, corren a los supermercados para llevarse todo lo que pueden, sin pensar que habrá otros que no tendrán que comer.