Magaly Moro

Lucy (56, Comas). Señora Moro, mi esposo Efraín me tiene harta con su tristeza y llantos porque no se llevó a cabo la tradicional y siempre esperada Parada Militar. Año tras año, mi pareja acudía desde la madrugada a la Av. Brasil para ser uno de los primeros en deleitarse con el desfile de militares, es fan de la banda del Ejército y siempre se emocionaba hasta las lágrimas porque le recordaba a su fallecido padre, quien sirvió a la Patria.

Lamentablemente, hace unas semanas el presidente Martín Vizcarra anunció que por motivo de la pandemia del COVID-19, este año no se realizaría dicha festividad. Mi Efraín quedó devastado, a pesar de que yo ya le había dicho con bastante anticipación que era obvio que se cancelaría esta actividad porque serían un foco de infección, pero él no lo tomó en cuenta hasta que lo escuchó del propio mandatario. Desde este comunicado, su ánimo cambió radicalmente. Mi marido es un hombre muy activo, bromista, que siempre anda de un lado para el otro. Pero a raíz de la suspensión del desfile, anda cabizbajo, meditabundo y muy quejumbroso. “Me tiene harto ese virus del mal. Ha cambiado todas nuestras vidas, nos ha arrebatado lo que nos hacía feliz”, gritó una noche y se puso a llorar. Le respondí que lo entendía, pero que no teníamos otra alternativa que quedarnos en casa y cuidarnos. Me respondió de muy mala gana y me ofusqué, así que le pedí que durmiera en el sofá. Desde ese día no ha regresado a la cama y a veces lo descubro con los ojos húmedos mientras mira desfiles pasados en Youtube. ¿Qué hago, doctora?

Ojo al consejo

Estimada Lucy, ten más paciencia con Efraín, considera que este desfile le trae gratos recuerdos con su papito, así que ese debe ser el motivo de tanta tristeza. Además, la pandemia nos ha convertido en personas más sensibles. Tal y como dice tu esposo, este virus nos ha cambiado abruptamente la vida. Si la situación se vuelve insostenible, llévalo a un psicólogo. Suerte.