Diego (29 años, Cercado de Lima). Doctora Moro, jamás imaginé que esto me pasaría a mí. El amor que siento hacia la hermana de mi esposa es algo que no puedo ocultar más. Llevo tres años de relación con mi pareja actual y, siendo totalmente sincero, nunca me he sentido enamorado de ella. Es una mujer buena y honesta, pero no es la indicada para mí.

Aunque intenté terminar con ella algunas veces, solíamos regresar porque me chantajeaba emocionalmente para que no la deje. Luego, ella quedó embarazada y tuvimos que casarnos y convivir a la fuerza por la presión de nuestros padres. Fue así que conocí a Diana, su hermana, quien se ofreció a vivir un tiempo con nosotros para ayudar a mi pareja con nuestro bebito.

Ella es tan diferente, doctora. Es comprensiva, graciosa y noble. Un encanto prohibido. Debido a la cuarentena, Diana y yo empezamos a ganar más confianza y me di cuenta que estaba profundamente enamorado de ella. Intenté dejar de pensar en su rostro y en su cuerpo, pero mis sueños delataban mis sentimientos. No había día en el que no soñara con estar entre sus brazos.

Un día me armé de valor y le dije lo que sentía, pero ella no me correspondió. Pude ver en sus ojos que también se sentía atraída hacia mí, pero la lealtad hacia su hermana fue más fuerte. Me dijo que no le hablara más del tema y que todo quedaba allí. Ahora vivimos los tres en una misma casa, pero no dejo de pensarla todas las noches. ¿Qué puedo hacer? Este sentimiento me está matando por dentro.