Magaly Moro

Francisco (45 años, Santa Clara). Doctora, me siento sumamente ansioso y triste. No sé qué hacer con Claudia, el amor de mi vida. Hace una semana, ella ha decidido irse a estudiar la maestría el extranjero. Dice que aquí, en nuestro país, jamás podrá tener una educación de primera calidad.

Sé que lo que me corresponde a mí, como su pareja, es apoyarla y dejar que vaya a construir su futuro, pero me cuesta muchísimo alejarme. Hemos estado juntos por cuatro años y que ahora no esté a mi lado es una idea que no concibo.

Claudia cree que la relación podría funcionar con algunas recomendaciones que le dio su psicólogo, pero yo creo que nuestro amor se apagará lentamente y nunca podremos ser realmente felices. A veces pienso que lo mejor será dejarla ahora. Así, ella podrá hacer su vida lejos sin pensar que alguien la espera aquí. Es duro, pero creo que es momento de ser realistas.

No se imagina, doctora Moro, cómo me siento de tan solo pensar que nuestro amor tendrá que acabarse por factores externos. Yo la amo tanto, pero tampoco quisiera que vivamos engañándonos. La distancia es cruel y siempre lastima.

Por eso, se me ha ocurrido preparar una última cena romántica y despedirme de ella, de nuestros planes y de los proyectos que soñamos construir juntos.

Me encuentro desesperado. No sé si esa sea la mejor decisión, pero algo me dice que es lo más sensato. ¿Qué opina usted? Ayúdeme, por favor, no quisiera cometer un gran error.

OJO CONSEJO:

Francisco, me parece que estás adelantándote a los hechos. No sabes si la relación a distancia funcionará si no lo intentas. Al parecer, tienes miedo de salir lastimado, pero te aconsejo que lo intentes. Quizá cada cierto tiempo puedas viajar a donde ella esté y viceversa. Si crees que vale la pena luchar por su amor y si ella también lo cree, entonces, no se rindan antes de tiempo.