MAGALY MORO

Alicia (39 años, Santa Clara). Doctora Moro, estoy cansada de sufrir por otros; siempre que lo hago, todo sale mal. Entrego demasiado de mí, pero no recibo nada a cambio. He pasado por tantas relaciones que ya no sé si exista el amor.

Hace poco me enamoré de un hombre que al parecer era el ideal, incluso notaba el gran interés que tenía en mí por los detalles, las cartas y acciones románticas que tenía conmigo. Creí que era porque así son las relaciones cuando comienzan. Ser amoroso y atento siempre está a la orden del día, pero luego creí que con el tiempo eso cambiaría.

Para mi sorpresa, su actitud aumentaba cada vez más, su interés, cordialidad y atención conmigo eran recurrentes. Entonces, pensé que él era el ideal, que tenía que comprometerme, ser feliz de una vez... Y así lo hicimos. Sin embargo, meses antes de oficializar el noviazgo frente a mis parientes, me enteré de que él estaba casado y tenía un hijo.

Cuando le reclamé por qué me estaba haciendo daño, solo atinó a decir que lo sentía mucho, que los trámites de matrimonio estaban en camino, que por favor le diera tiempo para que se separará. ¡Por Dios, doctora Moro! Estoy harta de los hombres y de sus engaños.

¿Por qué les cuesta tanto ser sinceros? Si quieren algo pasajero, deberían decirlo, tal vez yo quiero lo mismo, pero no sé cuál es la finalidad o el objetivo de hacernos creer que quieren estar a nuestro lado, que somos especiales cuando claramente somos alguien más en sus vidas, que podemos o no estar porque no somos indispensables. Ahora no sé qué hacer, doctora, ¿qué me aconseja?

OJO CONSEJO:

Alicia, las mentiras tienen patas cortas. Si bien es difícil terminar una relación para luego empezar otra porque tiene que haber un proceso de sanación, siempre es lo mejor. Si alguien te quiere de verdad, tiene que demostrártelo con hechos. De nada sirve hacer mil promesas cuando la realidad no se corresponde con lo que esa persona te dice. No te dejes engañar y valórate. Suerte.