Magaly Moro |

Eduardo (36 años, Comas). Doctora Moro, estoy agobiado sobre cómo mi esposa Maricarmen ha decidido criar a nuestros tres pequeños hijos. Recurro a sus consejos porque, sinceramente, no me gustaría divorciarme de ella.

Tengo tres tesoros en mi vida: Javier de siete años, Alessa de tres años y Carlitos de tan solo nueve meses. Los amo con locura y me esfuerzo todos los días en ser un buen ejemplo para ellos. No obstante, mi mujer hace todo lo contrario.

Desde que nuestro primer hijo nació, Maricarmen y yo discutimos frecuentemente sobre cómo manejar el mal comportamiento de nuestros niños. Mientras que yo soy un poco más “duro” con ellos para corregirlos, ella es demasiado permisiva, al punto de dejar que nos falten el respeto durante sus berrinches. Por ejemplo, Javier lanza insultos, escupitajos y golpes cuando no obtiene lo que quiere. ¿Y qué hace mi mujer? Lo abraza y le dice que por favor la perdone.

Mire doctora, aunque mis padres me criaron a la antigua a base de golpes, yo jamás le haría eso a mis hijos. En su lugar, les hablo con calma y firmeza para que entiendan que existen reglas en la casa, pero no puedo enseñarles de respeto cuando su madre apaña cada una de sus travesuras.

Lamentablemente, tanto Javier como Alessa se han convertido en niños berrinchudos y fuera de control; temo que lo mismo pase con Carlitos cuando crezca.

¿Qué debería hacer? No quiero separarme de mi mujer porque quiero que mis bebés crezcan con una familia unida. Ayúdeme, por favor.

OJO AL CONSEJO

Querido Eduardo, lo mejor será hablar seriamente con Maricarmen y establecer límites para ser coherentes con la disciplina de sus pequeños. Te aseguro que en todas las familias existen desacuerdos, pero lo importante es llegar a un punto medio. En este caso, comunícale a tu esposa las consecuencias de su estilo de crianza y no permitas que siga sucediendo. Mucha suerte.

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