IRENE (40, Mira-flores). Tengo casi diez años de casada y debo confesar que aun cuando amo mucho a mi esposo, no estoy contenta en la intimidad porque cada vez que hacemos el amor es lo mismo.
No es que al principio de la relación Antonio haya sido más apasionado que ahora o que con los años haya disminuido su ritmo sexual.
No, doctora, mi esposo siempre fue flojo en la cama. Desde que éramos novios teníamos relaciones una vez cada quince días y ya de casados reconozco que al principio nuestros encuentros íntimos eran diarios y después se fueron espaciando con el tiempo.
Sin embargo, nunca fue demasiado ingenioso al hacer el amor y no pasa de la clásica posición: yo abajo y él encima.
Soy yo la que lo lleva a cambiar de posición, pero siempre tiene que ser en la cama, no quiere pararse ni sentarse o experimentar en otras partes de la casa.
Cuando le digo para ir al mueble de la sala o hacerlo sobre la alfombra, me dice que es mejor en la cama, que le duelen las piernas o que está cansado.
Y si al principio de nuestro matrimonio lo hacíamos casi a diario y después con los años dos o tres veces por semana, ahora con las justas una vez a la semana y a veces hasta cada veinte días.
Sinceramente no sé por qué Antonio es así. En más de una ocasión hemos hablado sobre variar al hacer el amor y me promete que será innovador y me dará sorpresas, pero siempre termina haciendo lo mismo.
Y como si fuera poco, doctora, después de hacer el amor se pone a ver películas, pues es fanático del séptimo arte y tiene una colección de cintas.
No sé cómo hacer para que mi esposo se atreva a variar en la intimidad. Hasta me he disfrazado de caperucita, de colegiala y mucama para ver si se enciende y se motiva a hacer cosas nuevas, pero no me ha dado resultado.
Consejo: Tal vez sea necesario que acudan a terapia de pareja o a un sexólogo que los ayude a renovar su vida íntima. Lo bueno de todo esto es que no guardes silencio y sigas luchando por mejorar tu relación.