CARMELA (45, Lambayeque). Me casé hace año y medio con Fernán, muy ilusionada como cualquier otra mujer de saber que compartiría el resto de mi vida con el hombre que amo, aun cuando sabía que no tendríamos hijos, pues yo paso las cuatro décadas y él pasa de los cincuenta.
Nuestra vida marchaba de maravillas,hasta que hace un par de meses mi vida se derrumbó cuando apareció en mi casa una mujer con dos hijos adolescentes que reclamaban su pensión alimenticia. Mi esposo no estaba, así que la atendí, escuché su historia y no pude dudar de la paternidad de Fernán porque los muchachitos se parecen a él.
Ella me advirtió que mi marido tenía otros hijos y no me mintió. A la semana siguiente tocó a mi puerta otra mujer y llegó con unos gemelos y una niña. Los tres hijos de mi marido y con la misma historia, que Fernán no les daba su pensión.
La primera vez mi esposo me dijo que no me había contado la verdad porque tenía miedo de que lo rechazara y no me casara con él, así que lo perdoné.
Con la segunda mujer que apareció ya sumaban cinco los hijos y también me pidió perdón con el mismo argumento.
Pero eso no es todo. Hace una semana se apareció la tercera mujer con otros tres hijos y casi me da un ataque. Fernán tiene ocho hijos y a todos les tiene que pasar pensión, por eso es que nunca le alcanzaba la plata y yo pensaba que era porque el pobre ganaba poco.
Me ha pedido perdón de rodillas, pero no sé si perdonarlo. Yo lo amo, pero su mentira ha sido muy grande y aun cuando me ha jurado que ya no tiene más hijos, no sé si el tiempo me deparará más sorpresas.