ALVARO (26, Jesús María). Después de casi tres años de ser muy buenos amigos y confidentes y de un año como enamorados, Rossina me dejó para irse con un cuarentón que le ha pintado pajaritos en el aire.
No sabe la indignación que siento porque le entregué a mi enamorada todo mi amor y confianza. Cuando me iba de viaje por el trabajo siempre regresaba lleno de regalos para ella, al punto que mis hermanas se ponían celosas. Mis pensamientos giraban alrededor de Rossina, estaba pendiente de ella, de la hora en que debía recogerla al trabajo y ser puntual en nuestras citas para no hacerla esperar, sobre todo porque es amante de la puntualidad.
Nuestra relación marchaba muy bien y no sé en qué momento se quebró o qué hice mal para que mi enamorada me traicionara fijándose en otro hombre.
Lo peor de todo, doctora, es que me cambió por un hombre que tiene más de 40 años y que no le da ninguna seguridad porque hasta lo que yo sé todavía no se ha divorciado.
Rossina tiene dos años menos que yo y durante todo este tiempo la respeté y jamás le propuse tener intimidad; sin embargo, este cuarentón ya se la llevó de viaje y sabe Dios qué pasará estando lejos y solos.
No sólo estoy dolido por el abandono, sino porque no me dejó por alguien mejor que yo, pues este hombre, además de ser mucho mayor que ella, es flaquito, bajito y sin gracia, salvo la billetera y el carro, que dicho sea de paso ya está un poco viejito.
Necesito su consejo, pues no sé cómo hacerle ver a Rossina que esa relación no le conviene, no importa que no vuelva a mi lado, pero me preocupa que termine decepcionada y con el corazón roto.