Por: Magaly Moro
Milagros (24 años, San Juan de Lurigancho). Hace dos años conocí a Mijael, un chico muy educado y apuesto. Todo marchaba bien, él sabía cumplir mis caprichos, siempre me invitaba lo que le pedía; sin embargo, de un día para otro todo cambió.
No sé cómo pasó, pero en una de nuestras citas me dijo: “Voy a prepararme en una academia para ser ingeniero”.
La primera vez que me lo dijo no le presté mucha atención, porque creí que no tendría valor -a sus ya 26 años- de prepararse en una academia, pero al poco tiempo ya estaba matriculado.
Poco a poco comencé a verlo menos, ya no me respondía los mensajes de WhatsApp, ni siquiera se conectaba. Oficialmente comenzó a dejarme de lado.
Cuando le exigí que se comportara a la altura de un enamorado, me dijo que no tenía mucho tiempo porque estudiaba día y noche para seguir su sueño. Yo lo comprendí y, a pesar de que creía que era demasiado mayor para estudiar una carrera, nunca le dije nada.
El tema empeoró hace unas semanas, cuando fue a dar su examen. No ingresó y me culpó de todo. Me gritó: “Milagros, no puedo seguir contigo, terminamos. Tú no aportas en nada”, y se fue. Desde aquel día no hablamos para nada.
Doctora, debo confesar que me siento herida por sus duras palabras, nunca creí que él me viera como un estorbo. A mí, que lo he apoyado siempre de manera incondicional.
Doctora Moro, ayúdeme, ¿qué hago? Siento que lo estoy perdiendo y me duele en el alma porque es muy importante para mí.
OJO CONSEJO:
Conversa con Mijael y demuéstrale de qué forma puedes ayudarlo. Debes ser paciente, a veces la frustración por no lograr la meta puede llevarlo a tomar malas decisiones.
HAY MÁS...