Magaly Moro magalymoro@prensmart.pe
Rodrigo (24, San Juan de Lurigancho). Señora Moro, tengo una increíble historia que contarle y necesito que tenga un final bonito, por eso recurro a su popular columna.
Sé que quizás hablar de amor sea lo menos conveniente en un momento tan duro para nuestro país, pero por otro lado pienso que uno puede encontrar a su media naranja hasta en la situación menos imaginada.
Eso me pasó a mí. El jueves de la semana pasada decidí salir a marchar en contra de Manuel Merino. Al principio, mi familia se opuso, pero luego de explicar obvias razones por las que el pueblo tenía la obligación de salir a las calles a expresar su indignación contra el actual Congreso, me dejaron ir.
Doctora Moro, no puedo explicar la satisfacción que sentí al unirme a ese mar de gente que salió en plena pandemia para proteger a su patria, nuestra patria.
Sin embargo, mi emoción se multiplicó cuando vi a una hermosa muchacha de cabello largo y ojos color café. Llevaba puesta una camiseta de la selección y un cartel con un mensaje contundente: “¡Se metieron con la generación equivocada!”. Emanaba tanta fuerza, que no me pude resistir y me acerqué.
Caminé cerca de ella por mucho tiempo, solo quería mirarla, pero de pronto tiraron una bomba lacrimógena y todos corrieron. Ella se cayó y yo la auxilié. Afortunadamente, tenía agua y vinagre.
Maité me agradeció, conversamos un breve momento y me dio su número de celular. El problema es que no me atrevo a escribirle, siempre he sido malo para conquistar. ¿Qué le digo, señora Moro? Ayuda.
Ojo al consejo
Querido Rodrigo, en primer lugar, te felicito por salir a marchar por tu país. Qué bueno que estés bien y que hayas podido ayudar a Maité. Respeto a tu consulta, no te compliques mucho, al haberla auxiliado, ya tienes un puntito a tu favor. Envíale un mensaje preguntándole cómo se encuentra y dile que te gustó mucho el coraje con el que protestó. Suerte.