Me enamoró con emoliente
Me enamoró con emoliente

Por:

magalymoro@grupoepensa.pe

Eusebio (La Victoria, 37 años). Doctora, le comento que me encuentro muy ilusionado por alguien que conquistó mi estómago y, por supuesto, también mi corazón. Se trata de Cristina, a quien veo todos los días porque siempre voy a su puesto de desayunos. Su nombre lo supe de casualidad porque se le escapó a una de sus clientes que suele llamarla “Crisita”.

Ella es muy amable y también higiénica con todo, pero debo confesarle que no llamó mi atención sino hasta cuando no pude ir al otro puesto de mi casera porque estaba lleno de gente, entonces me vi forzado a cruzar la avenida y fue en ese preciso momento en que la conocí. Allí estaba ella, una mujer pequeña, ordenada y sirviendo con gusto a un grupo de señores hambrientos, desayunos variados. Me uní a ellos y de pronto quise probar otra cosa que no fuera la quinua o maca, bebidas a las que estaba acostumbrado.

Cuando Cristina me preparó el emoliente, créame que no había visto a nadie nunca manejar con tal serenidad y rapidez las botellas de colores, la goma, la linaza, en fin. Luego vino la pregunta de rigor: “¿Alfalfa?”, le respondí que sí, y cuando al fin lo probé, fue el más sabroso emoliente que haya tomado en mi vida, doctora. Desde entonces, no dejo de ir religiosamente a su puesto. Me ha hecho olvidar con su sazón y su generosidad todo lo malo, y siempre voy de buen humor al trabajo después de verla. Lastimosamente hay un problema, sé que no tiene pretendientes, pero no sé en qué momento acercarme a ella porque siempre está atendiendo y hay mucha gente alrededor. ¿Qué hago, doctora?

OJO CONSEJO:

Querido, debes estar tranquilo, ya que se trata de una ilusión. Ve con calma y, si puedes conversar con ella, conócela primero. Saludos.

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