Magaly Moro

Luis (35 años, La Molina). Señora Moro, recurro a usted para que me dé un sabio consejo.

Llevo tres años de casado con María. Nos conocimos hace cinco años en un curso de oratoria y expresión oral. Desde el principio hubo una conexión entre nosotros, nos entendimos a la perfección y al año nos hicimos enamorados.

Desde el inicio de nuestra relación le conté que me gustaba salir a fiestas y tomar tragos con mis amigos del colegio y la universidad. Ella me dijo que también disfrutaba de compartir con sus amistades, aunque no era de ingerir mucho alcohol.

Mientras fuimos enamorados, mi costumbre de salir con amigos y libar con ellos se mantuvo. A María no pareció incomodarle esas salidas. Por lo menos, nunca me lo demostró. Sin embargo, todo cambió cuando nos casamos.

Días antes de que cumplamos un año de matrimonio asistimos a una fiesta con amigos de mi universidad. Cuando era recién las 12 de la noche, mi esposa me exigió que ya no siga tomando y me pidió que nos vayamos a la casa. Su actitud me sorprendió. Luego, cuando retornamos a nuestro hogar, discutimos y me confesó que, en realidad, nunca le habían gustado las salidas continuas con mis amigos. Me pidió que pase más tiempo con ella ya que era mi esposa.

Yo accedí a su pedido y desde entonces casi no salgo. Sin embargo, ya no aguanto más esta situación. Considero que es injusto que no pueda distraerme y ver a mis amigos de toda la vida. ¿Qué puedo hacer, doctora, para que mi esposa cambie su actitud? Ayúdeme, por favor.

Ojo, consejo

Estimado Luis, dialoga con tu esposa de manera pacífica. Ella debe entender que tienes derecho a divertirte, pero con moderación. Mucha suerte.



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