Magaly Moro

Camila (42 años, San Martín de Porres). Estimada señora Moro, yo sé que no debería sentirme triste porque, según mis amigas, “el Día de la Madre se celebra todos los días”, pero no puedo evitar ponerme a llorar cuando recuerdo que José, mi esposo desde hace 20 años, no me saludó el domingo pasado.

Le cuento que soy madre de una hermosa nena de seis años llamada Sofía. Para mi esposo y para mí, ella es nuestro angelito caído del cielo porque luchamos durante mucho tiempo para poder concebirla. Por ello, esperé algunas palabras de cariño por parte de mi pareja como siempre ha hecho, sin embargo, esta vez no me dijo nada durante el día.

En años anteriores, él me despertaba con un desayuno en la cama y un ramo de rosas. Pero ahora todo es diferente, doctora Magaly. Nuestra relación no está en su mejor momento y siento que nuestro amor se va agotando cada vez más y más. Últimamente peleamos por casi todo y solo no la hacemos cuando Sofía entra a la habitación para ver qué sucede. Pensé que por ser una fecha tan especial olvidaríamos nuestras diferencias y las cosas volverían a ser como antes, pero no fue así.

No sabe lo mucho que me dolió que José me ignorara. Yo no esperaba que me llevará el desayuno a la cama, ni que me regalara chocolates, solo quería sentir que me amaba y que estaba intentando salvar nuestra relación. ¿Cree que todo esto es señal que nuestro matrimonio terminará en divorcio? ¿Qué debería hacer? Ayúdeme.

Ojo al consejo

Camila, entiendo la tristeza que debiste sentir al no recibir un saludo por parte de tu esposo. No obstante, que no lo haya hecho no define la calidad de madre que eres con Sofía, recuérdalo. Por otro lado, es evidente que José y tú están pasando por una crisis. Si él no da el primer paso para solucionar los problemas, entonces inténtalo tú. Hablen y limen asperezas. Suerte.

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