Magaly Moro
magalymoro@grupoepensa.pe
Susana (32, Pueblo Libre). Doctora Moro, estoy muy preocupada por la actitud de mi jefe. Cuando ingresé a la empresa, hace dos años, me parecía un hombre respetuoso, gentil, trabajador; en fin, tenía muy buen concepto de él. Sin embargo, ahora me parece un acosador y me apena esta situación porque hasta miedo me provoca.
Todo ocurrió a raíz de un evento corporativo. Los trabajadores de la compañía asistimos a la fiesta de aniversario. Hubo mucha comida, una gran orquesta y barra libre. Este último detalle provocó que muchos bebieran como si el mundo se fuera acabar, entre ellos mi jefe.
Cuando apenas era la medianoche, Carlos ya estaba muy borracho y decidió sacarme a bailar. Por el respeto que le tengo, acepté y durante la canción me confesó que siempre se había sentido atraído por mí, que le parecía toda una dama, que le encantaba cómo me vestía. Seré sincera, doctora: al principio sus palabras me halagaron, pese a que la atracción no es mutua. No obstante, su discurso empezó a tomar un sentido más sexual. Yo no podía creer lo que estaba ocurriendo. De pronto, reaccioné y el tipo me estaba dando un beso. Me alejé y desaparecí de la fiesta.
Al día siguiente, asumí que él estaría avergonzado; pero no. Comenzó a lanzarme frases subidas de tono cada vez que me acercaba a su oficina. Desde entonces, siempre intenta seducirme con un estilo totalmente vulgar y ordinario.
No sé qué le pasa; yo no he dado pie para que me trate de esa manera. Me siento demasiado incómoda, vulnerada, acosada. Doctora Moro, ¿qué me aconseja?