Leticia (34 años, Santa Anita). Doctora, desde niña siempre soñé con casarme de blanco con el amor de mi vida. Por eso, cuando conocía a quien podría ser mi esposo, siempre examinaba bien su conducta, tenía que ser la mejor persona del mundo.

Después de tanto tiempo en soledad y esperando al hombre ideal, llegó a mi vida Francisco, alguien fascinante, con gran carisma, talento para la música y de buena solvencia económica. Entonces, pensé “él es el indicado”.

Iniciamos una relación y, sin dudarlo, un año después él me propuso matrimonio. Acepté y todo parecía marchar bien. A los pocos meses de habernos comprometido ante nuestros padres, comencé a averiguar dónde conseguir vestidos de novia, cómo sería el buffet, quiénes serían nuestros padrinos, etc., y cuando se lo comenté a Francisco afirmó “¿todo eso para un matrimonio civil?”.

En ese momento, lo observé sorprendida y le dije “es para la ceremonia religiosa”. Él, extrañado, me respondió que no pertenecía a ninguna religión, que no está bautizado y que no piensa casarse por la iglesia. Un silencio prolongado e incómodo llenó el ambiente. Sus palabras me hieren, doctora, yo imaginaba una hermosa boda ante Dios, pero él no tiene el menor interés en casarse de esa manera. Cuando le expliqué lo importante que era para mí, expresó que para él no y que bautizarse ahora sería una tontería.

No sé qué hacer, señora Moro, ya todo estaba listo en mi mente. Eso no se le hace a nadie. Está claro que ese hombre no me ama, nunca me amó. Ayúdeme, por favor.

OJO CONSEJO

Leticia, el amor debe ir más allá de las convenciones. Si es muy importante para ti casarte por religioso, conversa con él. Su amor los guiará. Mucha suerte.