Por: Magaly Moro
magalymoro@grupoepensa.pe
Gonzalo (24 años, La Victoria). Señora Magaly Moro, tengo una relación con Valeria hace unos 6 meses. La amé desde el primer momento en que expuso en una clase de gastronomía que estamos llevando. Ambos queremos ser cocineros profesionales y creo que juntos podemos formar un restaurante en unos años. Adoro muchas cosas de Valeria. Sin embargo, hay un detalle que me fastidia cada cierto tiempo: su risa estruendosa; creo que puede escucharse a varios metros de distancia.
La primera vez que la escuché reír, pensé que estaba exagerando para que yo notara que se estaba divirtiendo con sus amigas; pero con el tiempo me di cuenta de que esa risa escandalosa era suya y siempre se ha reído así.
Cuando oficializamos nuestra relación como corresponde, decidí llevarla a mi casa y presentarla a mi familia. Aunque tuvimos un agradable almuerzo, noté que estaba nerviosa: no dejaba de pasarse las manos por el pantalón y me dijo que le estaban sudando de los nervios. Así que decidí hacer algunas de mis bromas, ya que sabía que a Valeria le causarían gracia y se sentiría más relajada. Sin embargo no calculé que se fuera a reír fuerte y así lo hizo.
Entonces, mi mamá me llamó a la cocina para que la “ayudara” y me preguntó: “¿Tu enamorada no puede reírse como una señorita?”. En ese momento, me sentí muy avergonzado, señora Moro.
Desde ese día, no he vuelto a llevar a Valeria a mi casa; le he dado mil excusas, pero sé que no podré sostener esta mentira por siempre. Señora Moro, ¿qué me aconseja hacer?
OJO CONSEJO:
No deberías avergonzarte de ella; sin embargo, si te molesta este aspecto, conversa con ella, con tino y sin ofenderla. Podrán solucionar esto juntos.
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