Un mimo me trae loca
Un mimo me trae loca

Por:

magalymoro@grupoepensa.pe

Carol (26 años, Cercado de Lima). Doctora, todos los días que regresaba caminando del trabajo hacia mi casa, algo llamaba siempre mi atención al cruzar la pista de una avenida. No se trataba precisamente de un hombre muy guapo, ni tampoco alguien extraordinario, pero sus gestos me sorprendieron. 

Sin decir una sola palabra, cada vez que lo veía con su sombrero de copa, su overol y su polo de rayas blancas y negras, no dejaba de parecerme encantador. Sí, doctora, era un mimo. Y me angustia demasiado no poder acercarme y romper su única regla que lo hace ganarse los soles de cada día. 

Aunque a muchas personas les parezca algo perturbador lo que les he contado, el hecho de que se tome tan en serio su arte y desdeñe las palabras de ese modo, de alguna manera me dice que se trata de alguien auténtico y comprometido.

Siempre pienso abordarlo después de que cambien las luces del semáforo, echarle una mirada amistosa y tratar de intercambiar eso siquiera, pero nunca sucede. Mis ojos apenas si se cruzan con los suyos, y ni bien llega a la vereda a ordenar sus cosas (caben todas en una maleta vieja y descolorida), enseguida ensaya su próximo movimiento. 

Cae de pronto ante un abismo invisible, se choca contra una pared que nadie ha visto o simplemente se deja llevar por una soga hasta que cae al suelo. Esto que cualquiera ignora y recibe la burla de muchos, no puede tener sino mi completa admiración. Algunos vendedores ambulantes me comentaron que casi ni come y el dinero no le alcanza. Todo esto me conmueve. No sé qué hacer, ¿qué me recomienda?

OJO CONSEJO:

Querida, no te ilusiones mucho porque en verdad no lo conoces. Probablemente solo te traiga problemas. Intenta conocerlo, pero sé prudente. Suerte.

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