"Cachito Ramírez", el héroe de La Bombonera recuerda sus dos goles frente a Argentina
"Cachito Ramírez", el héroe de La Bombonera recuerda sus dos goles frente a Argentina

Era el patito feo de la bicolor, pero luego del 31 de agosto de 1969 se convirtió en el mejor cisne de la selección peruana. Muchos lo criticaban por la manera como se fallaba goles, pero al final se rindieron a sus pies tras las dos anotaciones que hizo en La Bombonera en el empate 2-2 que conseguimos ante Argentina y que sacó a los albicelestes por primera y única vez de un mundial de fútbol. Don Oswaldo Ramírez, o simplemente “Cachito”, pasó de un momento a otro de villano a héroe.

-Don Oswaldo, ¿qué recuerdos de aquel “bombonerazo”?

Uyyy, sobrino, es algo indescriptible. Es como tu primer día de clases en el colegio, cuando te gradúas de la universidad, como cuando conoces a tu primer amor, como cuando te casas o cuando nace tu primer hijo. Esos son acontecimientos que se quedan grabados de por vida. Esa era la primera vez que Perú clasificaba por mérito propio a un Mundial y no te imaginas la enorme alegría que sentimos y que le dimos al país.

-¿Por qué usó la camiseta número 22?

Porque ese fue el número que me dieron la primera vez que me convocó Didí, en 1968.

-¿Y esa casaquilla fue premonitoria para aquel partido ante los albicelestes?

Claro. Nosotros salimos a buscar el partido porque si ellos ganaban, nos quedábamos sin ir a México 70. Los primeros 45 minutos acabaron empatados sin goles, a pesar de que nosotros tuvimos varias ocasiones para abrir el marcador. En el entretiempo, Julio Nater, quien era dirigente del Sport Boys, me dijo en el vestuario: “Oye, ‘Lechero’, ¿y qué esperas? ¿Para cuándo el gol?”. Yo le dije: “¿Ves el número 22 en mi espalda? Eso quiere decir que voy a meter dos”, pero en son de broma.

-¿No le tenían confianza?

No, es que decían que yo era malo, que hacía goles de lechero. Alberto Gallardo y yo éramos los más criticados, salíamos a la cancha y cuando el relator leía nuestros nombres, toda la gente nos pifiaba.

-Y entonces, ¿cómo así juega en La Bombonera y al final acaba como héroe?

Es que en el primer partido ante Argentina, acá en Lima, Gallardo acabó con un desgarro y ese mismo día, Didí me dijo que yo iba a jugar en Buenos Aires. El “Jet” le dijo que me ponga en su lugar.

-Y con tremenda noticia no pudo dormir hasta el día del partido...

Nada, eso me hizo trabajar con más fuerza. Yo era muy veloz, en el colegio ponía 10.9 segundos en cien metros. Recuerdo que estábamos concentrados en Huampaní antes de viajar a Buenos Aires. En la noche salí a tomar aire y vi a Didí en la puerta de su habitación fumándose un cigarro. Fue ahí que me llamó.

-¿Y qué le dijo?

Me dijo: “Oswaldo, usted es el delantero peruano que más ocasiones crea en el área rival. El día que usted la meta, va a ser grande. El domingo es tu gran oportunidad, vas a jugar tú ante Argentina”.

-¿No lo podía creer?

No, incluso en un diario un periodista al enterarse de la noticia publicó: “Perú va a jugar con 10 porque ‘Cachito’ es una remora”.

-¿Y qué pasó después?

Llegamos a La Candela, donde concentraba Boca Juniors, y un día antes del partido le hice dos goles a Dimas Zegarra muy parecidos a los que le anoté a Mario Cejas.

-¿Un día antes no salieron de la concentración?

No, Didí no quiso que nos expongamos y no nos dio permiso ni para ir a escuchar misa. Nos consiguió que viniera un cura que era de Boca Juniors a darnos la misa y luego lo invitó a almorzar con nosotros.

-¿Y le dijo que te dé una rezadita?

No, al contrario, se fue con nosotros a la cancha en el ómnibus. El cura se sentó a mi costado y me dijo: “¿Vos sos el que va a debutar...? Mirá que te va a marcar Gallo...”. Yo le contesté: “Padre, me los he comido y con cresta”. Estaba confiado. Al final del partido, fue al camerín y me dijo: “Tenías razón, te lo comiste con cresta y todo”.

-¿Cómo fueron los goles?

El primero fue luego de una pared que hice con Teófilo Cubillas. Se le fue el balón a Gallo y partí a la carrera. Me fui con todo y ante la salida de Cejas se la toqué al primer palo. Y el segundo fue similar, le gané en velocidad a Gallo y Perfumo, rematé ante la salida de Cejas y el balón entró dando botecitos.

-Al final, el villano fue héroe y salió en hombros de La Bombonera...

(Risas). Sí, el que me cargó fue un pata de Orlando de la Torre que paraba con él en 5 Esquinas, en Barrios Altos. Se llama Edmundo Lara y le dicen “Choncholí”. Él también viajó con nosotros a México y al final se quedó a vivir allá, ya tiene cuatro hijos.

-¿Y luego qué vino?

Después, en el segundo gol se ve a un chico que se agarra la cabeza cuando vencí a Cejas. Él me siguió al final del partido y me pidió mi camiseta. Se la regalé.

-¿Y los festejos?

Fue algo impresionante. Cuando llegamos de regreso a Lima, pasada la medianoche, el aeropuerto era un loquerío. Había gente en todas las calles con banderas, bombos y platillos coreando nuestros nombres. Nosotros íbamos cada uno en un auto convertible y demoramos como cuatro horas en llegar a Palacio de Gobierno. Luego nos entregaron los laureles deportivos en el Congreso.

-Gracias, don Oswaldo, usted fue muy criticado, pero al final acabó como mi villano favorito...

Gracias a ustedes por acordarse aún de nosotros y ojalá que Perú logre el resultado que necesita para eliminar nuevamente a Argentina, nuevamente en La Bombonera.

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