Día de la Madre: Con música, cerveza y flores celebran en cementerio de Comas
Día de la Madre: Con música, cerveza y flores celebran en cementerio de Comas

Saludar a mamá es posible aún sin tenerla en vida, muestra de ello son los miles de familiares que acudieron al cementerio Belaunde del distrito de Comas, para celebrar el  a su lado.

"Mi mamá es de Puno y la tengo enterrada aquí junto a mi papito. Ambos no sabian leer y escribir pero aun asi mi mamá nos sacó adelante a pesar que mi papá era alcohólico ", contó María Cayllahua, mientras observa con sus tres pequeños hijos como pintan las piedras que rodean la cruz que lleva el nombre de su mamá: Lourdes.

Mientras algunos recuerdan al ser que los trajo a la vida a ritmo de arpa y nostálgicos huaynos, algunos lo hacen solos tomando cerveza acompañados de la música emanada de una radio. 

Los comerciantes estuvieron presentes ofreciendo cerveza y gaseosas heladas; mientras otros prestaban servicio de fotografía, pintado de nombres y nichos, siendo los más solicitados por los concurrentes por el Día de la Madre

BRAVAS EN LAS PISTAS Y EL HOGAR

Las pistas de Lima son un infierno para los conductores, pero también para quienes tienen la titánica y casi estoica tarea de controlar y dar fluidez al tránsito en esta jungla de cemento. Seis inspectoras de tránsito de la Municipalidad de Miraflores saben por experiencia propia que la labor puede ser de las más tensas, pero aprendieron a tener pasión por ella gracias al más sublime y gratificante de los sentimientos: el amor por los hijos. Es que la valiente y corajuda madre peruana es capaz de hacer cualquier cosa por sus seres queridos.

Ejemplos de lucha. Sara Sialer Gonzales (39), Kelly Machacuay Meléndez (35), Elizabeth Abramonte Vega (23), Macxi Tirado Terrones (35), Gladys Macedo Llovera (53) y Rosalía Saravia Vilca (40) son mamitas, y hasta abuelas algunas de ellas, que llegaron a este escuadrón buscando el diario sustento para sus amados retoños.

Estaban nerviosas, tuvieron miedo de enfrentar a los desenfrenados del volante, pero se dieron maña para callar solo con gestos y miradas matadoras las estridentes bocinas y los endiablados improperios que los amantes de la velocidad les lanzaban como balas disparadas a discreción, y que las dañaban incluso al punto de hacerlas llorar y pensar en abandonarlo todo, pero el amor por los hijos, que es imbatible, las hizo más fuertes. “Me moría de miedo, pero me puse fuerte por mi hija y los puse en regla”, contó a OJO Elizabeth Abramonte Vega, quien ingresó al escuadrón a los 18 años y se convirtió en la primera mujer inspectora del distrito.

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