En el Día de la Mujer, madres buscan a sus hijas y viven calvario por sus desapariciones
En el Día de la Mujer, madres buscan a sus hijas y viven calvario por sus desapariciones

Rosario Aybar ha llamado, a diario, al celular de su hija Solsiret Rodríguez Aybar en los últimos 561 días. Pese a que recibe la misma respuesta: “El número que usted ha marcado está fuera de servicio”, guarda la esperanza de que en algún momento ella le conteste y acabe con el silencio absoluto de su ausencia.

Su Sol, como solía llamarla, está desaparecida desde el 23 agosto de 2016. A partir de esa fecha, cada día que transcurre es un calvario, un día de incertidumbre y dolor. “No tengo paz, no puedo trabajar, no puedo dormir bien, comer bien… vivir bien”, dice y no es para menos, pues siente que le han quitado una parte de sí misma.

La última vez que vio a la menor de sus tres hijos fue un domingo, tres días antes de que su rastro se borrara (¿o lo borraran?). Como todos los fines de semana, le llevó a sus dos hijos, un varón que entonces tenía 1 año y una niña de seis meses, a quienes cuidaba mientras Solsiret Rodríguez luchaba contra la violencia hacia la mujer.

Solsiret le avisó que iría a su casa el martes 23 de agosto y le pidió que le prepare su plato favorito, pollo con maní. “Ya hijita, me confirmas”, le dijo, antes de darle los que serían, sin saberlo, los últimos beso y abrazos. Nunca volvieron a verse. Por sus clases de la universidad, un día antes, Solsiret canceló el almuerzo con su madre por teléfono.

Al día siguiente, según la ubicación de su celular, ella salió a las 8 de la mañana hacia la universidad, al mediodía estuvo en una ONG, donde hacía sus prácticas y a la 1 de la tarde regresó a su casa de la avenida Colonial, en el Callao. Después, solo hay incertidumbre.

“Su conviviente Brian Villanueva Castillo me llama en la noche y me dice: ‘Sol se fue’. ‘¿A dónde? ¿Discutieron?’, pregunté. A lo que solo respondió: ‘Nadie le ha hecho nada. Sol no está’”, cuenta. Un día después asentó la denuncia en la  del Callao, sin advertir que solo recibiría indiferencia.

“El policía me dijo: ‘Señora, no le puedo aceptar el caso porque los jóvenes hacen esas cosas. De repente su hija ha estado con la cabeza caliente, de repente discutió con su pareja. Démosle tiempo y más bien, como ella tiene su celular, dígale que la perdona y que regrese’”, recuerda.

Después de una semana, Rosario Aybar regresó y, tras rogarle al efectivo, la  mandó una alerta, no sin antes decirle que la pareja de su hija había dicho que “ella siempre hacía esas cosas”. Desde entonces, la búsqueda por parte de las autoridades ha sido lenta, pero ella sigue luchando. “Yo intuyo que mi hija está sin vida o en cautiverio. Es lo único por lo que puedo entender que haya ese silencio total”, manifiesta.

(FOTO) Solsiret y Estefhanny siguen sin ser ubicadas por sus familiares

PENA COMPARTIDA. 

Una de las personas que puede entender la angustia que se siente ante el silencio prolongado de un familiar es Patricia Acosta, quien busca a su hija, Estefhanny Díaz Acosta, y a sus dos nietas, durante un año, diez meses y doce días. Su vida durante todo este tiempo es otra.

“Son casi dos años sin saber de ellas. Uno piensa tantas cosas, pero pasa el tiempo y el silencio es el mismo”, refiere entre lágrimas.

Tras verlas en enero de 2016, después de permanecer en Chile por trabajo, planificó visitarlas nuevamente en mayo para el cumpleaños número seis de la primera de sus nietas. Sin embargo, la sorpresa quedó truncada.

El domingo 24 de abril, luego de asistir a una fiesta infantil, Estefhanny y sus dos pequeñas desaparecieron.

Al día siguiente, su padre, Alcides, fue atacado con un arma por su sobrina Jackelin Jesús Díaz Paulino y la pareja de esta, Jimmy Paul Altamirano Pizarro, quienes admitieron haberla visto por última vez y desconocer su paradero.

La desesperación que sintió la familia, en aquel momento, aumentó cuando acudieron a denunciar el hecho. “La pareja de mi hija dio aviso a la Policía, pero debido a que días antes había avisado en la comisaría que dejaba el hogar por separación, los policías le dijeron: ‘Tu mujer ya se fue con otro, qué vienes a reclamar si ya estás separado con ella’. Pasaron horas para que lo atiendan”, cuenta.

El caso ahora está en la Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Mi Perú. Patricia, quien dejó Chile para dedicarse a buscar a su hija, espera que pronto pase a la Dirincri.

Mientras el tiempo corre y la incertidumbre aumenta, ambas madres se cuestionan día a día: ¿cómo es posible que una mujer desaparezca de la faz de la tierra, sin dejar una sola huella?

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