Un tablero con nombres de ciudades de Estados Unidos, un par de dados negros, seis fichas de metal, billetes artificiales, tarjetas de colores y pequeñas piezas en forma de casas. Todo esto encontró Luis Castillo Castro al abrir una delgada caja que sus padres le regalaron al cumplir 10 años.

Era uno de los más antiguos juegos de mesa, el Monopolio (Monopoly en inglés). Aunque al principio no entendía la dinámica del juego, con el tiempo se volvió un experto. Descubrió, además, el secreto para ganar: comprar propiedades, ser un buen negociante y llevar a la bancarrota al adversario.

Esta serie de tácticas las continúa aplicando a sus 35 años, pues nunca dejó de practicar este juego. Su constancia, incluso, le ha permitido convertirse en el mejor competidor de Monopolio del país y lo ha llevado hasta China, país donde se desarrolló, del 7 al 9 de setiembre, el campeonato mundial.

COSTUMBRE. Luis no recuerda los detalles de su primera partida, solo está seguro de que se enfrentó a sus primos (porque es hijo único) y duró varias horas. Cuenta que de niño le costó adecuarse al juego debido a que requería sumar y restar, pero después lo encontró muy entretenido.

Durante la secundaria y la universidad no tenía mucho tiempo para practicarlo, menos aun cuando empezó a trabajar; pero desde hace dos años y seis meses todos los fines de semana se reúne con cuatro amigos de su barrio en torno al tablero de colores.

“Los animé a jugar Monopolio porque no es monótono. Todo puede cambiar en cuestión de minutos por los dados, las estrategias o el azar”, comenta.

El joven ingeniero químico y sus compañeros pierden la noción del tiempo cada vez que empiezan una partida. La más larga ha durado cinco horas porque nadie quería negociar. “Hemos jugado tanto que varios tableros fueron desechados por su deterioro”, refiere.

EL MEJOR. De todas las competencias con sus amigos, Luis ha obtenido el mayor porcentaje de victoria. Sin embargo, admite que cualquiera de ellos está a la altura de ser un ganador. Por eso, cuando vieron el anuncio del duelo nacional de Monopolio en Facebook no dudaron en inscribirse.

En total fueron 7 mil los participantes que alcanzaron un cupo en la primera fase del concurso, la cual consistía en jugar una partida diaria en la computadora. Luis logró quedar entre los 16 mejores, pero admite que no le gustó enfrentarse a un ordenador con cierta cantidad de movimientos. “Conversar y negociar es más atractivo”, asegura.

Cuando clasificó, recibió entrenamiento por parte de sus amigos, quienes se ponían de acuerdo para hacerlo perder. “De acá no paras hasta China”, le dijeron. En la final, su desempeño fue loable, a tal punto que tras acertar en dos negociaciones cambió toda la historia de la partida y se coronó campeón.

Luis viajó a China hace dos días para representarnos en este juego a nivel mundial. No alcanzó la victoria, pero quedó satisfecho con su desempeño.

Por lo pronto, espera con ansias el lanzamiento del nuevo tablero de Monopolio, que incluye a Lima como la ciudad más cara, pues desea ser el primero de su grupo de amigos en comprarla en una próxima partida.

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