El horror causado por el terremoto y el tsunami en Japón hace temer consecuencias a largo plazo para los niños, algunos de los cuales ya están traumatizados y se despiertan con pesadillas o se encierran en un sombrío silencio.
Según la ONG Save the Children, cerca de cien mil niños se han convertido en desplazados por la peor catástrofe natural acaecida en Japón desde 1923.
La posibilidad de sufrir traumas duraderos se multiplicó por la serie de tragedias: un terremoto de magnitud 9, un devastador tsunami y el temor a un accidente nuclear en una central.
Los expertos creen que la magnitud del desastre puede ser insostenible para algunos niños por las casas destruidas, la muerte de un padre o una madre y la desaparición de un hermano, de una hermana o de amigos.