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"He peleado con Yovana, la cosa se me fue de las manos, su cuerpo está al costado del puente Carapongo. Ahí la encontrarán" avisó macabramente Néstor Yauri Inga, 40, a Michael Román Macote, hermano de quien fuera conviviente del primero, Yovana Román Macote, 32, antes de hacerse humo. 

Néstor y Yovana, vendedora de piña, fueron pareja durante años, llegaron a tener tres hijos y una casa ubicada en la calle Los Claveles, en la Asociación de Propietarios Los Alisos, urbanización de Santa Clara, Ate. 

Sin embargo, en los últimos meses, los vecinos sospechaban que algo andaba mal entre ellos. "Ya no los veíamos juntos, parecía que estaban separados, cada uno iba por su lado" explicaba Jhon Franco, quien vivía cerca a ellos y acostumbraba a jugar fútbol con Yauri. 

El lunes, la familia de Yovana dejó de tener noticias sobre ella. Dos días después, preocupados ante su silencio, pusieron una denuncia en la comisaría de Santa Clara por su desaparición. 

Michael, su hermano, era el más preocupado y llamaba insistentemente al celular de Yovana hasta que ayer, cerca de las siete y media de la noche, el asesino no pudo más con su conciencia, contestó y dejó las coordenadas de la ubicación del cuerpo de su víctima. 

A las ocho y media de la noche, la familia Román junto con agentes de la comisaría llegaron hasta la altura del kilómetro 13.5 de la Carretera Central y fueron al puente. En el lugar, una maleta negra rompía con la acostumbrada normalidad de la ribera. 

Cuando la abrieron comprobaron que Yauri no bromeaba. La Policía sacó del interior del saco el cuerpo doblado de Yovana y lo tendió a pocos centímetros. 

Los peritos de criminalística determinaron que la asesinada poseía una traumatismo encefálico grave, lo que había producido que la mujer tenga sangre derramada por todo el cuerpo. Manejan la hipótesis de que fue golpeada con un objeto contundente como un martillo o una piedra grande. 

"Nosotros no sabíamos nada, aparentemente era una pareja tranquila, esto nos ha sorprendido desde que él llamó" relató Maribel Bedón, tía de la víctima. 

Del homicida se sabe poco. Le gustaba apostar en juegos y pasaba varias horas navegando en la Internet. Apenas tenía trabajo esporádico como ayudante de pescadores. 

Detectives de la Dirincri Ate se encuentran a la caza de Yauri, quien nunca mostró signos de ser violento ante sus conocidos, mientras que tratan de desentrañar el móvil del crimen. No se descartaron los celos. 

Por lo pronto, de acuerdo a Michael Román, los hijos que deja la trágica pareja fueron trasladados donde sus abuelos, donde intentan escapar del horror que los marcará de por vida. 

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