Cientos de personas bailando al compás de las bandas de músicos, fieles de distintos barrios subiendo los cerros, llevando cruces, “espontáneos” que invaden el ruedo para desafiar a bravos toros y un desmedido consumo de bebidas alcohólicas, son ingredientes que en el mes de mayo, año tras año, “sazonan” la celebración más grande de Huancavelica: “La Fiesta de Pentecostés y las Cruces en honor al Espíritu Santo”.
En el festejo cada uno tiene su “mayordomo”, que es el encargado de organizar la celebración y que debe invertir cerca de 100 mil soles para pagar a los músicos, comprar cerveza, fuegos artificiales, disfraces y los toros que participarán en las faenas taurinas que duran una semana.
TRADICIÓN SANGRIENTA. Una característica de la Fiesta de las Cruces es la enorme cantidad de heridos que dejan las corridas y el denominado “toro chutay”, en el que cientos de pobladores “jalan” al animal con sogas. Es cotidiano que muchos terminen con cornadas. Incluso se ha hecho popular la frase: “Sin muertos, el Pentecostés estuvo incompleto”.
La celebración de este 2016 no habría sido un éxito, pues no hubo fallecidos; pero a la denominada “Tierra del Mercurio” llegaron miles de visitantes de la misma región y de diferentes lugares del país y del extranjero, lo que permitió dinamizar la economía. Las actividades fueron múltiples, entre ellas destacó el concurso de bandas en la plaza principal de la ciudad. Este año el barrio San Cristóbal se impuso, pues la orquesta que contrató: Santa Cecilia de Cátac, de Áncash, resultó victoriosa.
Además de ello, los alrededores del coliseo de toros se convirtieron en ferias, con numerosos puestos de comida y cerveza. Uno de los platillos preferidos por los asistentes fue el chancho al palo.
HERIDOS. El reloj aún no marca las 5 de la mañana, pero los cerros aledaños al coliseo taurino están abarrotados de gente. Son los entusiastas asistentes que acuden a divisar el “Jala Toro” o “Toro Chutay”. En esta celebración es donde ocurren más heridos.
La cifra de lesionados de este año alcanzó los 60, muchos de ellos quedaron internados en el hospital por presentar cornadas en distintas partes del cuerpo.
Según entendidos, el consumo de cerveza durante el Pentecostés se triplicó y todos los puestos que ofrecían otras bebidas alcohólicas, como los conocidos “calientitos”, agotaron su stock.
CRÍTICAS. El historiador Juan Rojas de la Cruz refiere que esta vieja tradición cultural se celebra desde tiempos coloniales en muchas comarcas de la sierra peruana; sin embargo, en el presente siglo ha sufrido cambios y va desapareciendo de las comunidades huancavelicanas.
Rojas también dice que el toro chutay, más allá de un rito, es una lucha ideológica entre lo andino y los conquistadores españoles.
Por su parte, el periodista José Ordoñes considera que esta fiesta no tiene nada de cultural. “No tiene nada de malo venerar las cruces en su cerro, pero el maltratar cruelmente al toro y cobrar para que el público, incluso niños, observen ello, es un negocio sangriento”, concluye el periodista.