Ritual del Torovelay, muestra de religiosidad andina
Ritual del Torovelay, muestra de religiosidad andina

Las velas encendidas sobre una mesa, un retrato, los cigarros, la hoja de coca y las oraciones hacen suponer que se realiza el velorio de una persona; sin embargo, se trata del Torovelay, ancestral ritual donde “velan” al toro un día antes de que ingrese al ruedo para que su desempeño sea el esperado.

TRADICIÓN. 

Huancavelica es una fiesta durante el “Pentecostés en honor al Espíritu Santo y el Toro Pukllay”. Los visitantes llegan de distintas partes del país y del extranjero, y según estimaciones el consumo de cerveza supera las 18 mil cajas. El concurso de bandas de músicos, el “albazo”, el “Jala toro” y las corridas atraen la atención general.

Los “espontáneos toreros”, la mayoría ebrios que desafían a los bravos animales en el “Jala toro”, se cuentan por cientos, por ello no es de extrañarse que al final de cada jornada taurina los heridos alcancen varias decenas.

TOROVELAY. 

Uno de los ritos más llamativos es el denominado Torovelay. Para el antropólogo Gualberto López Molina, este acto es una muestra de la religiosidad andina, es decir, la estrecha relación entre la Pachamama (madre tierra) y la divinidad que está representada por los cerros o apus.

“El poblador del ande considera que el amo de los animales es el espíritu del cerro, en este caso el Tayta Huamaní. Por ello, debe pedirle permiso para trasladar al toro a otro lugar”, explica el estudioso.

Las palabras que repite el sacerdote son generalmente: “Tayta, permítenos sacar a nuestro hermano el toro para que pueda ir a otro lugar; asimismo, bríndale fuerza y dale valentía para que aguante el cambio de escenario”.

Gualberto López explica que el ritual se completa con el “pagapu”, que consiste en dejar dádivas, como 5 pétalos de claveles, cera, cigarros, ají, vino, aguardiente, velas y frutas (estas últimas deben ser de la costa, para completar el sincretismo entre lo andino y lo occidental).

Todos estos regalos se colocan sobre una mesa con mantel blanco, donde también está una imagen del toro. También se pone el moño y el lazo con el que será llevado al ruedo. El sacerdote hace entrega de las dádivas al apu y a Jesucristo para que el astado se desenvuelva bien, demuestre bravura y muera con dignidad.

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