Se faja con la vida. Si de historias de superación y perseverancia se trata, la de Alder Isael Idrogo Antón es digna de un best seller o de llevarla a la pantalla grande. A sus 34 años, Alder afirma ser el único boxeador profesional en todo el norte del país y el primer chiclayano que alcanzó esta categoría que pelea en su tierra, lo cual resalta con orgullo.
DE RAZA. El apego por el boxeo lo lleva en la sangre, como él mismo lo dice “soy un boxeador de raza, de herencia”. Cuenta que desde que tiene uso de razón siempre hubo un saco de arena colgado en la parte trasera de su casa, donde primero su padre, don Isael y luego su hermano mayor, Jai, practicaban. “Me di cuenta que lo mío era el boxeo desde muy pequeño. Cuando me buscaban bronca por mi barrio (La Victoria) notaba que aplicaba golpes con más contundencia; jamás me “chupé” a pesar de mi corta estatura y mi peso”, comenta con nostalgia.
El popular “motorcito” Idrogo evoca, además, que su abuelo paterno fue un gran peleador igual que su padre, quien llegó a convertirse en pugilista amateur. “Soy la tercera generación con el boxeo. A los 11 años peleé por primera vez en un ring de manera oficial, era el Interescolar del año 1998 donde me coroné campeón representando a mi colegio San José”, dice con orgullo.
EL GRAN SALTO. Con 27 años a cuestas, Alder Idrogo seguía embarcado en su sueño de ser un púgil profesional. “Sé que es inusual que un deportista se convierta en profesional a esa edad, pero yo lo logré”, comenta el actual campeón Bolivariano de boxeo, quien por falta de recursos jamás ha podido entrenar con un técnico de nivel profesional.
Con enorme emoción, Alder cuenta tener ya 10 años como profesional, en los que ha acumulado 19 peleas, de las cuales ganó 16, empató 1 y perdió dos.
“Aunque una pelea la Asociación de Boxeo no me considera por motivos administrativos, he logrado, gracias a la empresa de seguridad donde laboro hace 13 años (GS4 Perú), realizar una carrera meteórica”, afirma.
Idrogo Antón, el pasado 12 marzo en Quito, Ecuador, hizo la primera defensa de su cinturón derrotando por nocaut al local Gerardo Bermeo.
TÉCNICO Y HOMENAJE. Alder es un deportista incansable y a base de esfuerzo ha logrado construir un gimnasio de boxeo en el tercer piso de su casa, donde entrena a varios pugilistas. “Me he endeudado, pero ahí estoy con este nuevo proyecto”.
Pero conociendo su ritmo de trabajo como agente de seguridad, le preguntamos, ¿cómo hace para trabajar, entrenar y encima enseñar?, a lo que el deportista responde: “por eso me dicen el ‘motorcito’ Idrogo.
Hace poco tuvo una de las alegrías más grandes en su carrera deportiva: los funcionarios de la Universidad Tecnológica del Perú filial Chiclayo, donde labora como agente de seguridad, le solicitaron que inauguré las olimpiadas internas. “Estaba en mi puesto de vigilancia cuando me llegó el oficio y de inmediato acepté. Fue todo un honor para mí que reconozcan mi esfuerzo al escogerme para que sea yo quien encienda la llama en el pebetero”, enfatizó.
Alder sabe que el fin de su carrera puede estar cerca, por eso calcula que en dos años más evaluaría su retiro. “Mi gran sueño es llegar a pelear en Estados Unidos; con eso me retiraría feliz”.