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Huánuco: Conoce la increíble historia de amor del padre Oswaldo Rodríguez

Siempre atento y dispuesto a brindar ayuda a los menos favorecidos, el padre Oswaldo lleva más de treinta años dedicado a servir a la comunidad. Es el vicario general de la Diócesis de Huánuco que más obras sociales ha realizado.

Oswaldo Rodríguez Martínez cuenta que esta vocación de servicio la tiene desde muy niño. Es natural del pueblo de Cochachinche, en Ambo, donde creció en medio de la naturaleza y cerca de una pequeña iglesia. 

“En mi localidad más del 50 por ciento eran evangélicos y estaban bien organizados, eso no sucedía con los cristianos. Recuerdo que la iglesia solo se abría dos veces al año y estaba descuidada, sucia, las personas ya no iban a misa. Por entonces tenía nueve años y decidí ir a limpiarla y ordenarla. A los 18 años ingresé al seminario y me hice sacerdote”, menciona al tiempo de indicar que le negaron las llaves de la iglesia por ser muy pequeño, por lo que pidió a su abuela un espacio en su casa para construir una capilla donde organizaba reuniones, misas y posteriormente procesiones.

Labor. En los años 80 las calles de la ciudad estaban atiborradas de niños indigentes que dormían en las puertas del Poder Judicial, los correos, la Plaza de Armas, restaurantes y otros lugares públicos. Ante esa situación, en 1986 el padre Oswaldo decide crear el albergue llamado Casa de Nazaret.

“Brindábamos cobijo a los niños, los alimentábamos. El proyecto se pudo hacer con ayuda de los padres del colegio donde era director. Posteriormente conseguimos un terreno en La Esperanza y construimos la aldea San Juan Bosco. En esa casa se sigue dando el apoyo a los niños que lo necesitan”, comenta.

El padre Oswaldo ha demostrado voluntad, amor, esfuerzo y que la ayuda al prójimo es posible. El sacerdote de mente inquieta, manos laboriosas y un enorme corazón siempre busca y recibe a quienes necesitan de él. En su continuo andar por las calles notó que decenas de personas vivían en medio de la basura, desarrapados, en condiciones antinaturales y que nadie se preocupaba por estas víctimas de la esquizofrenia y otros problemas mentales.

“Cuando una persona tiene un mal físico todos se unen para ayudarlo, la familia, las instituciones, los amigos; pero lamentablemente las cosas cambian cuando es un enfermo mental, hasta la familia se aleja. Hay mucha indiferencia, discriminación. Gracias a Dios tuve la idea de construir la Casa San José, ahí atendemos a nuestros ‘loquitos’”, dice.

Folclorista. “Si no conocemos lo nuestro, al final seremos cualquier cosa, menos nosotros mismos”, es la reflexión que hace el padre Oswaldo, quien además de las labores sociales que realiza se da tiempo para impulsar el folclor y trabajar en la conservación de las tradiciones huanuqueñas.

El clérigo sostiene que la gran riqueza cultural de Huánuco es invaluable. “Nuestros trajes típicos tienen una particularidad multicolor, la gastronomía que poseemos es exquisita y la música evoca a circunstancias en las que el hombre se relaciona con la naturaleza. Me gusta la música universal, pero creo que primero es lo nuestro”, sostiene el sacerdote.

Oswaldo no oculta su alegría cuando escucha los temas musicales del departamento. Dice que las letras de “nuestro folclor captan la melodía de la naturaleza, del comportamiento del campesino”. Asegura que el arte que existe en la música de Huánuco debe ser conservado, amado y enseñando a los jóvenes. Manifiesta que falta apoyo de los medios de comunicación en su difusión y compromiso de las autoridades para que se enseñe en los colegios, institutos y universidades.

“Vivimos en un mundo globalizado, hay una invasión cultural donde las culturas más fuertes van a absorber a las débiles y al final desaparecerlas. Pero si tenemos fuertes raíces, si conocemos y valoramos nuestra identidad, estaremos preparados para defender lo que tenemos y no seremos colonia de nadie”, expresa.