Con Ojo Crítico
Con Ojo Crítico

¡Qué tal! En el Perú solo falta que llueva hacia arriba. Nos gobierna el azar, la ambigüedad, la contradicción, la informalidad, lo inaudito; las dos caras de la moneda. Pero, también, la plaga, la desgracia, el virus, la . La emergencia sanitaria.

Y eso implica tocar el hueso de la gente. ¿en estos tiempos? Crecer hacia el suelo ya resulta común y corriente. Bajo cualquier discurso del método, se juega con la esperanza, que, como sabemos, es lo último que se pierde. Pero dale la mula al freno con que estamos en el país de las maravillas. Por eso es que ya otro tanto de peruanos aprendió a barrer las escaleras de abajo hacia arriba.

Contra viento. Contra viento y marea.

En contra del sentido común y de la normalidad. Y es que el ingenio popular no tiene límites y no siempre para bien. Un proverbio rumano dice que “la escalera ha de barrerse empezando por arriba” en alusión a la lucha contra la corrupción.

O sea, recomienda ir de frente a los peces gordos. Aquí, al equipo especial Lava Jato, le han hecho la vida imposible.

Es cierto que los chanchos vuelan, que no les quepa la menor duda, pero aquí el espíritu de cuerpo y el blindaje se imponen por la fuerza de gravedad política. Y esta práctica se hace con cuello blanco o negro y entre “hermanitos”. La balanza de la justicia está desbalanceada. El Perú al revés, pues. Donde nada el pájaro y vuela el pez. Un Congreso mediocre quiere vacar a un Presidente sospechoso.

¿Por qué tanto apuro si igual la fiscalía lo chapará, también del cuello, para que responda al final de su mandato? Por intereses subalternos.

La pregunta es: ¿quién vaca a los vacadores con anticuchos? Sabido es que otorongo no come otorongo. Un amigo, venido del extranjero, me preguntaba: ¿Por qué tienen semáforos y, además, policías e inspectores municipales para dirigir el tránsito? Literalmente, me dejó mudo.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, voy a ver si está lloviendo hacia el cielo, hasta mañana.