Si algún arma letal para defenderse (y también para atacar) tiene el expresidente Alan García, es su excepcional capacidad de hablar e hilvanar oraciones que, en ocasiones, revierte cualquier comentario en su contra.
“La única, la verdadera riqueza para un político es el honor de servir al pueblo y haber representado a la Nación”, dijo ayer luego de presentarse en la Fiscalía para responder por el caso Gasoducto Sur Peruano. A Toledo nunca se le escuchará algo parecido.
Todo lo contrario. Si está con la soga al cuello es, en parte, por incurrir en trabalenguas sobre sus movimientos financieros.
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