Una victoria como la de anoche sobre Brasil, ni más ni menos, es para andar con el corazón contento. ¿Verdad?

Y es que somos un país que respira y transpira fútbol y, en tiempos de desazón política, en que el Congreso no quiere irse y el presidente Martín Vizcarra pretende mandarlo a su casa el próximo año, vengar la derrota que nos infligió “la verdeamarela” en la final de la Copa América, resulta reconfortante.

No se le gana todos los días al equipo, cuya estrella es Neymar.

La que dirige Gareca nos está acostumbrando a estos deslices: un día pierde con El Salvador o el club 11 amigos y, otro, le para el macho a una selección como Brasil, que ostenta players de altísimo nivel.

En buena hora ha llegado este triunfo porque la gente, como dijimos, camina alegre y ese ánimo victorioso también se traduce en las ganas por trabajar y hacer bien las cosas.

No faltan los que creen que Perú siempre se chupó ante Brasil por el peso de la camiseta. Bueno, pues, esto se acabó y, como dijo el propio Gareca, “podemos ganarle a cualquier equipo”.

Tal cual. “El Tigre” pensá bien, porque, además, se vienen las Eliminatorias y debemos ganarle a Brasil y a las demás selecciones para volver al Mundial, esta vez en Qatar.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.