Les confieso algo: me invade la curiosidad y a la vez el temor por los congresistas que, con adelanto de elecciones o no, llegarán esta vez al .

Si ahorita el pedido mayoritario en calles y plazas es: ¡que se vayan todos!, no podemos ir de Guatemala a Guatepeor o cambiar babas por mocos. Errar es humano, aunque bueno es culantro, pero no tanto.

Y aquí le cabe la responsabilidad al pueblo: Si el 72% desaprueba a este Legislativo de mayoría fujiaprista, su obligación es no volver a equivocarse en los próximos comicios.

He escuchado que la divertida Susy Díaz quiere repetir el plazo y que La Tigresa también pretende llevar sus garras al Hemiciclo. Es verdad que nuestra democracia aguanta todo, sin embargo, ya no estamos para payasadas. Con Becerril, Donayre y Mamani ya fue suficiente.

La función de representatividad debe tomarse en serio y quienes ven al Congreso como una locación para dormir, armar escándalos, contratar a sus parientes y llevársela en carretilla, los votantes están obligador a devolverlos a su sitio.

Les propongo que hagamos una promesa todos juntos: Que no iremos a votar distraídos, por favor. El Perú no lo merece. No más cacasenos fungiendo de padres de la Patria. En guerra avisada no muere gente.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.