“El honor es mi divisa”, era el lema de la Guardia Civil, cogollo de lo que es hoy la (PNP), tras la fusión con la Guardia Republicana y la Policía de Investigaciones gestionada por el difunto expresidente Alan García.

La pregunta obligada es: ¿Dónde diablos se fue el honor y dónde la divisa? Y lo inquirimos drásticamente porque cada vez defecciona más nuestra institución tutelar, rompiendo la confianza y el apego que debe tener con la población.

El letargo y la parsimonia con que los policías de la comisaría de San Cayetano actuaron frente al caso de feminicidio y parricidio, pese al llamado y súplicas del vecindario y de uno de los niños heridos, merece una sanción que marque un precedente.

Llegaron a paso de tortuga, cuando ya la desgracia estaba consumada, pese a las alertas y a que la dependencia policial está a pocos metros.

Y no es la primera vez que la PNP incurre en negligencia. Recuerden que, en las narices de los agentes, el “Monstruo de la bicicleta” César Alva Mendoza se llevó de la comisaría de Canto Rey a una niña de 11 años, la violó y la mató sin misericordia.

Frente a esta coyuntura, no queda otra que refundar a la Policía. No podemos aceptar que el país siga regándose de sangre inocente.

Esto fue todo por hoy, cierro el Ojo Crítico, que tengan una fantástica Nochebuena.