cayó en la trampa. Creía que por saltar, mismo gato, de casa en casa y de hotel en hotel, en nueve distritos de Lima, la Policía jamás le echaría lazo.

Pero, como dice el refrán, “la confianza mató al gato”. Y este “gato” techero ahora va camino a un penal.

Moreno cayó redondido en una lujosa residencia de Cieneguilla y se le acabaron las correrías tras diez meses prófugo. Su cabeza tenía una recompensa de 150 mil soles.

Como suele pasar en estos casos, el exgobernador chalaco no estaba solo, lo acompañaba, no una pandilla, como a don Gato- sino una exfuncionaria de la región Callao de nombre Sheyla Villareyes, que -según las autoridades y por la escena íntima en que se les encontró- sería su pareja sentimental.

Esto debe implicar un inmenso dolor para su familia, que se incrementa por la estampa que muestra ahora: acabado, sin argumentos y sin un ápice del expresidente regional todopoderoso que todos conocimos. Nada de sereno, Moreno.

Triste final para Félix Moreno, quien además de los actos de corrupción en los casos Oquendo y Corpac, también se manchó las manos, según la acusación fiscal, con el dinero sucio de Odebrecht. Algo de dos millones en coimas.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.