

Los chambas peruanos recibirán en los próximos días su aguinaldo de fiestas navideñas, unos más que otros, pero al fin y al cabo un billetito extraordinario para llevar a casa un regalo para los hijos, un panetón y un pavito, si es que alcanza.
Y esas familias trabajadoras degustarán con alegría lo que hay sobre la mesa en Nochebuena porque se lo ganaron con esfuerzo, sacándose el ancho.
Amigos míos, ¿ustedes creen que los políticos o funcionarios que recibieron coimas de Odebrecht sentirán el mismo espíritu navideño al saber que le están dando a su parentela panetón, pavo, chancho y obsequios comprados con el sudor de sus manos mermeleras?
Mucho mejor que todos los regalos debajo del árbol de Navidad es la presencia de una familia feliz, tranquila, practicante de los valores éticos y morales.
Así, mi Dios, tu Dios, el Dios de todos bendecirá los 300 soles que le toca al sector público o el sueldo completo que percibirán otros compatriotas del bloque privado.
Escrito está que a la plata mal habida se la lleva el diablo. Y el diablo está a la caza de los flojos de espíritu para tentarlos con la plata fácil.
Esto fue todo por hoy, cierro el Ojo Crítico, hasta mañana.
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