Nicolás Maduro, el dictador chavista que tiene a Venezuela rumbo al ostracismo total, ha perpetrado otra de sus locuras: la elección de una Asamblea Constituyente, cuyos integrantes, entre ellos su esposa, estarán bajo sus órdenes.
Por ende, podrá zurrarse en el Parlamento -de mayoría opositora- y quedarse en el poder hasta cuando se le pegue la reverenda gana. Los muertos, regados en las calles llaneras durante la violenta jornada dominical, son poca cosa para este mal imitador de Hugo Chávez; mientras que el mundo entero, incluido el Perú, lamenta la suerte del país de Simón Bolívar.
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