¡Qué tal! Hay autoridades que no son parte de la solución sino del problema. Simplemente, les llega la pandemia.

Y esperar que sean buenas personas ya es como pedirle peras al olmo. En cambio, hay otros funcionarios públicos que sí cumplen su papel de buenos vecinos, que les es inherente. Espectacular, por ejemplo, lo que está haciendo el alcalde de La Molina y presidente de la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE), Álvaro Paz de la Barra.

El hombre se hizo de una planta móvil y ahora reparte oxígeno medicinal gratis a las personas que pasan un calvario. Ha empezado en su distrito y luego, en coordinación con las comunas, recorrerá Lima y provincias.

Y aquí vienen un par de preguntas: ¿si un alcalde ha logrado montar una planta abastecedora de este vital elemento, por qué el Gobierno no ha podido solucionar la escasez y tiene a los hospitales con los balones secos? ¿Por Dios, cuántas vidas se pudieron salvar con una política gubernamental rápida de abastecimiento de oxígeno? Miles, ¿verdad?

Por otro lado, todo un caso es el gobernador de Arequipa, Elmer Cáceres Llica con la cantaleta de que debe permitir el uso del dióxido de cloro. Bajo ningún sustento médico insiste con su capricho y ya la ministra Mazzetti le ha pintado la cancha.

Y para cerrar, no podemos olvidarnos de los actos de corrupción, 653 según el Ministerio Público, durante la emergencia sanitaria. Entre ellos, la sobrevaloración en la compra de canastas y la entrega de las mismas a familiares o personas cercanas al alcalde y servidores municipales. Qué tales zánganos y comechados. ¿Quién nos saca de este hoyo?

El virus de la corrupción, en ocasiones como esta, resulta más nocivo que el propio Covid-19 porque denota que nuestras autoridades han perdido la sensibilidad -si es que alguna vez la han tenido- y solo buscan elegirse para servirse del Estado.

O sea, nada ha cambiado. El Váyanse Todos tuvo poca respiración. La putrefacción avanza de manera inexorable y esto da miedo porque ya se vienen las Elecciones Generales y nos gobierna la desconfianza. ¡Dios nos coja confesados! Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.