Estamos cerrando un año realmente lamentable. Nocivo para la democracia y la institucionalidad. Lacerante para la población, de allí el “que se vayan todos”. Y lapidario para el Perú país, con la corrupción apretándole el cuello como una boa constrictora.

Y es que donde se pone el dedo, salta la pus. Esa es, lamentablemente, la penosa situación política y social de nuestra patria, a la que los incas encargaron dogmas como Ama Sua (No seas ladrón), Ama Llulla (No seas mentiroso) y Ama Quella (No seas flojo) y que, como vemos, cayeron en saco roto.

La corrupción no entiende de cargos, y estamos putrefactos desde el policía que apaña a los narcotraficantes a cambio de cupos hasta presidentes de la República o candidatos que ven la política como el arte de vivir a cuerpo de rey por las millonarias “mermeladas”.

El cierre del nos puso en los ojos del mundo, por ejemplo.

Y ahora resulta que el presidente Martín Vizcarra tendrá que responder por indicios de responsabilidad penal por pagos a una empresa ligada al “Club de la Construcción" cuando terminaba su gestión como gobernador de Moquegua.

Ojalá salga bien librado de la eventual investigación porque el país ya está harto de escándalos y presidentes que decepcionan a los ciudadanos.

Esto fue todo por hoy, cierro el Ojo Crítico, hasta mañana.