¡Qué tal! Tenemos un presidente descalificado en las calles, observado por la OEA, saludado por pocos países, con un lenguaje escaso que no inspira confianza en su gestión y que, para empezar, nombró como primer ministro a don , un señor acostumbrado a los brincos gatunos sin importar el partido que lo convoque.

Y ya demostró su falta de tino al calificar de “ladrón” a Vizcarra y asegurar que es un personaje que “no resistía la menor confianza para llevar el poder”. ¿Él sí? Estas frases son como gasolina para las protestas en su contra. Por si fuera poco, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acaba de fustigar la fuerza policial y las detenciones por el ejercicio del derecho a la protesta y la cobertura periodística.

Y la propia ONU-Derechos humanos informó que está recibiendo “información inquietante” en el marco de las movilizaciones en nuestra patria. El mismo Vizcarra está extrañado por el accionar iracundo de la PNP.

Esta es la realidad del Perú luego de la vacancia del presidente Vizcarra en un juicio político bajo el antojadizo alegato de incapacidad moral permanente de un Congreso que, según todas las encuestas, no sintoniza con los intereses nacionales y más bien busca satisfacer sus apetitos personales.

Y hablando del nuevo Gabinete, Juan Sheput, ministro de Trabajo, se ganó el fajín a punta de puyazos al exmandatario.

Lo que olvida es que él fue parte del gobierno de PPK y, por ende, también del de Vizcarra y que, entonces, él no fue parte de la solución sino del problema.

La muestra de que este Congreso cree haber ganado la lotería derrocando a Vizcarra es la carta notarial de la universidad Telesup a la Sunedu exigiéndole al toque que anule la resolución que le denegó su licenciamiento. ¿Y quién asesora a la universidad de los José Luna?

El estudio de don Gato, pues. Dios sabe lo que se viene. Actualmente, la política es un virus. Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.

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